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El reloj dió las 12 de la tarde y la campana sonó, los estudiantes salieron rápidamente de sus salones de clase para disfrutar al máximo su receso. Ambos pelinegros caminaban tranquilamente hacia la cafetería y, una vez que ya tenían sus bandejas con comida, se sentaron en una mesa apartada del resto y se dedicaron a observar cualquier actitud sospechosa en al área.

-¿Y qué sucedió cuando la princesa te encontró en la biblioteca?- cuestionó Douxie para romper el silencio.

-Obviamente, estaba enojada.- respondió Claire sin mirarlo.

Es que, en realidad, ella no estaba presentando atención a su mejor amigo ni tampoco se empeñaba en estar alerta ante cualquier indicio de un troll, sino que estaba embelesada observando a cierto ojiazul que conversaba animadamente con su regordete amigo. Le Fay tenía que admitirlo, desde que chocó con él el día anterior, hubo algo en sus ojos que la atraían. Sin mencionar, de la pequeña electricidad que sintió en su cuerpo al chocar con él.

-¿Y hallaste algo de lo que buscabas?- volvió a preguntar el muchacho frunciendo el entrecejo al ver que ella ni lo miraba. Sin embargo, esta vez, la de cerquillo blanco no le contestó, parecía que se había quedado hipnotizada, así que él dirigió su vista a donde ella la tenía- ¡Por todos los reinos! ¡Ni siquiera lo pienses, Claire!- le regañó lo más bajo que pudo.

Fue ahí cuando la princesa giró su rostro para verlo.

-¿Qué insinúas?- interrogó ella alzando una ceja.

-Te está gustando Jim.- respondió tajante.

Ella bufó y rodó los ojos ante el disgusto del hechicero. No tenía caso negárselo, él la conocía mejor que nadie.

-No entiendo el porqué de tu enojo.- dijo ella confesando entre líneas que él tiene razón- No está prohibido que nos enamoremos de un humano. Recuerda que mi padre fue uno.- señaló.

-¡Oh! ¿Y qué le dirás? ¿"Jim, me gustas, pero soy una princesa heredera y hechicera de un reino de otro mundo"? Él no iría contigo.- le aseguró y fingió una voz femenina en su segunda pregunta retórica.

-Cállate.- bramó la pelinegra roja de la vergüenza y se dispuso a comer sin levantar la mirada.

-¿Sabes? Mejor escucha mi plan para atraer al troll que parecía un Gumm Gumm distinto.- habló él relajando su tono de voz y viendo cómo ella asintió con la cabeza.

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Mientras que por el otro lado de la cafetería, el Lake desvío su vista de Tobes hacia ambos nuevos. Se percató que la chica sólo escuchaba desanimada lo que el de ojos marrones le decía.

-¿Puedes dejar de mirarla, Jimbo?- la voz de su amigo lo sacó de sus pensamientos- Lo último que necesitas es enamorarte de una rarita que se queda en medio de una pelea entre trolls. Tienes que confesar que es sospechoso, recuerda que Blinky dijo una vez que los magos pueden camuflarse bien en nuestro mundo. Si te ven como troll, estás en peligro.- le recordó y el ojiazul bajó la mirada a su comida.

-No sabes si ellos son magos.- volvió a refutar.

Por alguna razón el Lake sentía de debía defenderlos, especialmente, a ella. Jim tenía claro que los trolls buenos no estaban en contra de los magos, porque quieren que haya paz entre ellos. No obstante, los Gumm Gumm se han empeñado en molestar a los magos, haciendo que éstos no puedan distinguir entre ellos y los Gumm Gumm. Pero está defensa hacia ambos pelinegros iba más allá de su conocimiento de esta guerra.

-Bueno, tú eres el jefe aquí.- Tobías se encogió de hombros- ¿Ya sabes qué vas a hacer para acercarte a ellos?- preguntó interesado, pero su amigo negó con la cabeza.

•TROLLS & WIZARDS•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora