Capítulo sesenta y siete: Killian.

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Narra Lillai:

Es increíble ver lo lejos que llegó la extraña chica, podía escucharla temblar a pesar de que caminaba muy lejos de mí y al final logró alcanzarme. Mi magia sigue tocando cada parte de mi ser, con cada trazo presiento las ganas de explotar en miles de pedazos. Tengo que contener mi respiración agitada por la furia y dar todo de mí para no asesinar a la chica de asustados ojos grises. Su mirada se cala en mi interior, su rostro delgado y cabello desordenado me recuerdan a una de las confesiones de Castar.

Dentro del grupo de rebeldes existe una chica, a la que según él puede salvar, fue una de sus debilidades estando bajo mi mandato, cometió errores gracias a ello. Puede que sea ella, o ya la haya inmovilizado en algunos de los muchos pasillos... en el peor de los casos ya ha muerto, pero en caso de que lo sea, no le quito la vida.

—¿Seguirme? —le pregunto elevando el tono de mi voz.

—Acabar con todo esto —todo su cuerpo se tensa. Miro la ropa que lleva puesta, cubierta en sangre y suciedad, la camiseta parece no ser de su talla—. ¿Sabes? —da un paso tembloroso al frente—. Nada de esto hubiera pasado si no estuvieras aquí, no hubiera muerto tanta gente inocente... Pero claro, eres ilusa a todo lo que ha pasado desde que apareciste de las sombras.

Esta chica no sabe de lo que habla, tanto que me causa gracia. No puedo evitar esbozar una media sonrisa siniestra. Decido tomar la iniciativa tal como lo ha hecho ella, bajo uno de los escalones de la plataforma del trono—. ¿Ilusa? —arqueo una ceja.

—Al daño que has causado con tu... —suspira—. Magia, lo que sea que hagas con tus manos o mente... —frunce el ceño—. ¿Lo disfrutas? ¿Ver a tanta gente doblegarse hacia ti? ¿Presenciar la muerte? ¿Matar? ¿Destrozar familias? —más arrugas parecen acumularse sobre su frente, más tensión es lo que recibe su débil cuerpo.

Quiero chasquear la lengua, pero sostengo mi lengua contra el paladar. El enojo no puede evitar crecer al pensar en todo mi propio dolor, en cómo no permitía al asesino matar a gente, en como vomitaba después de verlo matar. Pienso en lo mucho que me ha dolido ver a mi propia gente morir por mí, en mi propio padre y en cómo el desgraciado pensó que esto fue la mejor idea que tuvo en su vida. Elimino de mi mente su imagen sin vida—. ¿Te parece que me esté divirtiendo ahora? —bajo otro escalón, pienso que dirá algo, pero al ver que se mantiene callada, decido seguir hablando—: ¿Piensas que yo misma decidí vivir así? Pues no, puede que haya causado sufrimiento, porque al parecer soy la culpable de todo lo que pase en las vidas de las demás personas ¿También debo de culparme a mí misma de todo mi propio sufrimiento?

Parece que la chica retiene su lengua por un segundo, que se traga las ganas de llorar o de darme un golpe en el rostro—. No puedes comparar un sufrimeinto inexistente con el de todas aquellas personas.

Va, piensa que no soy un ser humano y soy incapaz de sentir dolor o cualquier otro sentimiento. Sigue diciendo cosas sin sentido, su imagen temblorosa pero llena de querer darse su lugar me recuerda mucho a mi propia imagen del pasado. Me burlo de ella y desciendo el resto de las gradas—. Claro, porque ahora no soy capaz de sentir —suelto aire teatralmente—. No puedo sufrir mis propias muertes y menos mis desgracias ¡Sin sentimientos! Un demonio pisando la tierra de los mortales —la miro con incredulidad—. Todas esas cosas me las sé de memoria, me cansé de cambiarle la opinión a la gente o mostrar alguien que no soy ¡Soy bruja! —extiendo los brazos—. Cabe recalcar que la única con vida después de que mi propio padre, su líder, asesinara a toda mi familia ¿Y yo soy la asesina? ¿Qué hizo mi familia? —me desespero—. ¡RESPONDE!

La rebelde se funde en un miedo sinigual, ahora teme por su vida más que antes. Sus ojos se agrandan cuando se encuentra con los míos—. Ellos... ellos...

La Magia En Ella: El Reinado [#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora