Narra Leander:
La ''tía Alice'' intenta comunicarse conmigo por cuarta vez, suspiro con fuerza y la miro con cara de pocos amigos. El orangután me mira de reojo, de cierta forma con desaprobación. Le molesta que ignore a la vieja que se cree la reina del universo y no es más que nada más que un saco de huesos inservibles.
—Te hemos dicho que es fácil, este es el momento para sacarte de aquí Leander.
—Y yo les he dicho que quiero esto, lo quiere Lillai. No es de su puto problema.
—Hemos hecho todo lo que pudimos, creo que lo mejor es que lo dejemos hasta aquí tía Alice.
Lo señalo—. Hazle caso al mono.
La vieja se queja por lo bajo y no parece querer apartada su mirada insistente de la mía aburrida, se cruza de brazos y tose por lo bajo. La pequeña acción hace que el orangután se acerque a preguntarle por su bienestar. Pongo cara de pocos amigos, un poco de polvo no puede matar a alguien. Lo más que vienen a hacer es montarse un teatro en mi cara ¿No tienen algo mejor que hacer? La vieja le dice que está bien y se dedica a caminar alrededor de mi celda, como si quisiera formar un plan y no supiera como.
—He llegado a tiempo... —comenta por lo bajo.
—No siempre se puede llegar a tiempo, Alice —sus ojos vuelven a conectar con los míos, la veo con desprecio—. Así que arréglatelas tú sola y acepta de una jodida vez que no me iré con ustedes.
En su mirada pasa una memoria distante y sé perfectamente que se trata de mi madre cuando dice—: A veces puedes ser muy testarudo, como ella —niega con la cabeza y vuelve a acercarse a mi celda—. Yo regresé —levanta la voz—. Le dije que viniera con nosotros al refugio.
—No me importa lo que me estás diciendo.
—¡Y yo puedo decir lo que quiera sin importar que me escuches o no! —grita y suelta el aire que parecía contener. Le hago una señal con la mano para que continúe con todas las blasfemias—. Le pedí a tu madre que viniera conmigo. No tenía porque quedarse ahí sufriendo las palizas de un hombre al que solía llamar esposo. Pero tenía demasiado miedo y no llegué a tiempo... Y ahora, ahora que estoy aquí, llegas y nos das la espalda.
—La diferencia en todo esto es que no te estoy rechazando por miedo, es todo lo contrario y deja hablar de ella con tanta libertad, me molesta.
—Sé perfectamente que no nos rechazas por miedo —me señala con su dedo lleno de arrugas—. Lo haces porque eres demasiado orgulloso como para aceptar mi ayuda y al mismo tiempo quieres jugar a todo esto que se tienen tú y Lillai. No está bien Leander.
La miro con más pereza que antes—. ¿Qué es lo que no está bien? —chasqueo la lengua y rio por lo bajo—. Todo lo que está mal ya lo he hecho, ni con los dedos de las manos puedo contar todo lo que he hecho y ahora me vienes a decir a mí que no lo haga, que está mal. Un poco tarde ¿No lo crees tía Alice?
—Malditasea —maldice y yo elevo mis cejas—. Leander, este no es el momento para demostrarle nada a Lillai. Es una guerra, no es cualquier cosa.
La señalo y me alejo de la pared, para acercarme más a la tipa—. No te metas aquí a decirme vergas como esas, he visto cosas peores —escupo y ella comienza a caminar como animal enjaulado—. ¿Ya acabaron? —señalo al orangután que parece querer acercase más y más a mi celda, lo reto con la mirada. No entiendo quien se cree este maldito edificio, que se largue de una vez por todas.
Unas pisadas se unen a las de la vieja, puedo observar como su cuerpo deja de tensarse tanto. El mono comenta—: Se han tardado mucho —si estaba harto de escucharnos discutir podía largarse en cualquier momento. El tipo se aleja de los barrotes.
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La Magia En Ella: El Reinado [#2]✔️
FantasíaSegundo libro de La Magia En Ella. Después de asesinar a la realeza, Lillai toma el trono. La pesadilla para muchos y el sueño para otros, se vuelve realidad. La única bruja con vida ya no se esconde de las masas. Vive para dirigir un reino, vive p...