Capítulo once: Sangre llena de mentiras.

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Narra Lillai:

Me encierro en mi habitación, ni siquiera le permito a Clove pasar. Mi mente parece infiltrarse con más fuerza en cada uno de los rostros de todos aquellos rebeldes. En su odio, en el asco que sentían hacia mí.

Destruyo el jarrón que contenía las flores muertas, los trozos de cerámica caen al suelo. Unos terminan quebrantándose aún más, mientras que otros llegan intactos al entrar en contacto con la superficie. Mi pequeño arrebato no es suficiente, porque nunca es suficiente y hay que querer más.

Corro a la pared más cercana y golpeo mi frente contra ésta. El impacto corre por mi cráneo como si se tratara de corrientes eléctricas, no llego a sentir dolor porque mi magia actúa por sí sola y sana de inmediato el golpe.

Me alejo de la pared y coloco tres dedos sobre mi frente, las yemas hacen contacto con líquido. Miro, sangre. La siento entre mis dedos y mientras más lo hago, más se esparce. El color magnifica la palabra dolor ¿Qué es el dolor Lillai? No puedo evitar caer al suelo de rodillas, dejo mi mirada puesta sobre la pared intacta al sentir como en enormes cantidades me consume el sufrimiento y la soledad.

Antes de que cualquier lágrima sea derramada, recuerdo a mi hermana. Me coloco de pie, limpio la mancha de sangre sobre mi frente y salgo a paso lento y refinado del agujero que es mi habitación.

Clove me sigue con tranquilidad, pero sé muy bien que ha escuchado el golpe y el jarrón quebrarse. Eliza, la necesito en este momento más que a nadie. Camino con rapidez por los pasillos, su habitación no está muy lejos de la mía; entonces no duro mucho. Sus puertas no están siendo vigiladas, no debo de preguntarme el porqué; sé que es porque los oficiales están revisando cada esquina de este lugar para asegurarse de que no hayan más rebeldes en los alrededores. Tomo aire con fuerza, me aproximo a las enormes puertas pesadas y toco con mis nudillos temblorosos.

No hay respuesta, pero no creo que la haya, entonces me abro paso dentro de su habitación. Como siempre, tiene falta de iluminación, está ardiendo, es un desastre y su cama...

No está en su cama, mis sentidos se agudizan y mi magia despierta de nuevo—. ¿Eliza? —mi corazón poco a poco va tomando su ritmo. Camino hacia su baño y cuando no veo más que un atuendo en el suelo empiezo a desesperarme—. ¡Eliza! —me encuentro con la mirada preocupada y agitada de Clove—. ¿Dónde está mi hermana?

—Me encargaré de saberlo su majestad —sale a paso apresurado de la habitación. Con el solo hecho de enterarme que ni Clove, mi mano derecha, sabe tampoco de su ubicación; empeora mi estado nervioso y alterado. Corro detrás de ella, inmediatamente ésta le avisa a los guardias del palacio que justo llegan a la habitación de Eliza—. Necesito que la encuentren, rápido.

Antes de que el oficial, que guarda su puerta todo el día y noche, se vaya. Lo detengo con mi magia, éste se gira e inmediatamente se prepara para escuchar lo que tengo que decirle—. Eres el que siempre está cuidando de su puerta ¿No sabes algo?

Antes de que pueda invadir sus pensamientos y saber la respuesta por mí misma, éste responde con fluidez—. La princesa ha mencionado algo sobre querer hablar con usted su majestad, debe de estar buscándola en este mismo instante —confío en su sinceridad y honradez y lo suelto—. Si me permite, iré a hacer lo posible para encontrarla, no debe de estar muy lejos —y sale a paso rápido entre los pasillos. Puedo escucharlo gritar órdenes a otros oficiales, aunque no sea de alto rango se toma muy en serio su trabajo para velar a Eliza.

Comienzo a caminar—. Clove —la miro sobre mi hombro—. Permanece aquí en caso de que regrese a su habitación —hace una reverencia y yo giro hacia el pasillo más cercano. De todos los lugares que se me ocurren es donde está la tumba de nuestros padres, puede que por fin haya querido visitarlos y esté allí. Chasqueo mis dedos y teletransporto mi cuerpo al lugar frente el invernadero. No está. Muerdo el interior de mis mejillas y veo los alrededores. Las bestias corren y comienzan a enterarse de mi estado preocupante—. Mi hermana no está por ningún lado, ayuden a buscarla —no ha sido una orden, les he pedido un favor. Cada una de ellas sale corriendo en direcciones distintas en busca de mi escurridiza hermana.

La Magia En Ella: El Reinado [#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora