Capítulo treinta: El anillo.

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Narra Lillai:

Pierdo el conteo de todas las noches agobiantes que he vivido hasta la fecha, no parecen tener fin. El sin rostro nunca falla en buscarme entre las tinieblas y para agregarle más al vaso desbordante, no he parado de pensar en la conversación que he tenido con Eliza ayer.

No solo eso, tampoco me puedo sacar de la mente las vendas en sus brazos. Mi imaginación ha hecho de las suyas y pienso en como lucirán sus marcas; sin darme cuenta estoy tocando las mías.

Quiero mejorar la relación con mi hermana, por un milisegundo pensé que sincerándome con ella acerca de lo que sucede con Zander abriría alguna puerta. Lo único que he hecho es abrir una lata de gusanos, he dicho que amo al príncipe cuando no he desarrollado las emociones suficientes como para hacerlo. Le he mentido de nuevo, pero no es nada que no se pueda arreglar con el paso del tiempo.

Mis manos tiemblan y tengo que sostenerme del lavado para detener el temblor, clavo mis uñas sobre la piedra y siento como varias se doblan con el acto; pequeños pinchazos me recorren hasta perderse por mis hombros.. Mis ojos chocan con mi reflejo y observo como se oscurecen con odio cuando pienso en como Eliza ha nombrado al asesino como si fuera tan fácil, al inicio no comprendí, me tomó desprevenida. Pero, después de pasar toda la noche pensando, algo me dice que Eliza tiene algo en esa cabeza suya que aún no me dice.

La negrura salta debajo de mi piel, se escurre sobre mis clavículas y envuelve mi cuello hasta cubrir mis orejas. El color negro me consume, acaba con el color de mi piel, con el de mis ojos y quedo ciega. Dejo de ver, de sentir, de estar presente. La adrenalina me envuelve como una manta y la sed por ver sangre de los que me han causado daño tiene un buen sabor sobre mi lengua. Todo se vuelve borroso hasta que llego a oler ese aroma tan conocido pero tan extraño a la vez, el aroma de mi madre biológica.

Cuando dejo de tener la mirada borrosa lo primero que noto es como tengo entre mis manos una daga desconocida. El filo no muestra mi reflejo, ya que es negro como el cielo por la noche. El color de inmediato me hace saber que he creado esto durante mi arrebato, no sé que planeaba hacer o por qué la he creado. Pero lo único que hago es desaparecerla, se transforma en arena y todo acaba sobre el suelo.

Mi corazón se acelera, al igual que mi respiración. Levanto la mirada y todo se va por la borda, el fantasma de mi madre bilógica está a tan solo unos metros de mí, de nuevo la veo cara a cara. Sus rasgos me dan escalofríos, sobretodo ver como niega con la cabeza en desaprobación. Camina hacia mí, aguanto la respiración y agrando los ojos.

Estiro ambas manos al frente como para intentar detenerla, pero en vez de encontrarme con el cuerpo de un espíritu transparente, mis palmas chocan contra su torso. Siento la carne y los huesos, incluso su respiración. Sudor frío se acumula en el nacimiento de mi cabello, antes de que pueda gritar ésta toma mis manos entre las suyas. Calor.

No dice nada, solo se acerca a mí de manera calmada y digna de una bruja que fue producto de muchas generaciones. Baja mis manos hasta la altura de mis caderas y vuelve a dar otro paso hacia el frente. Sus pequeños labios forman una diminuta sonrisa para transmitirme tranquilidad y sus ojos brillan ante toda la oscuridad de mi ser. Coloca sus labios sobre mi frente, entre sacudidas cierro los ojos. Los abro, ha desaparecido. 

Suelto el aire con fuerza de mis pulmones, coloco la palma de mi mano sobre mi frente y comienzo a jadear aire con fuerza. Me ha abandonado, no entiendo como ha regresado cuando durante todo este tiempo he logrado hacer todo yo sola. Como si fuera un elixir, ésta ha desaparecido la oscuridad, la maldad y mi piel vuelve a tomar su color pálido. Cierro los ojos y evito las lágrimas, tengo que regresar en mí.

Acepto que estoy sola, que nadie me ha visto o escuchado. Ignoro el malestar en mi estómago y la agrura que comienza a subir hasta mi paladar y digo por lo bajo—: Gracias —el agradecimiento suena vacío entre el baño, hace eco y parece que se lo he dicho a la pared; pero se muy bien que ha llegado a los oídos indicados.

La Magia En Ella: El Reinado [#2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora