En el almuerzo la joven repitió los mismos platillos de la noche anterior. A Nik le encantó saber que era tan obediente.
No pudieron hablar mucho. El hombre tenía algunos asuntos que resolver y aunque Kiara nunca entendió con quién hablaba, puesto que lo hacía en otro idioma, se imaginó que estaba trabajando.
Ella sabía que diseñaba juguetes sexuales, más nunca sospechó algo más.
—Entonces, ¿te gustó mi recomendación? —preguntó él cuando terminó de hablar.
Miró los platillos vacíos.
—Sí, es muy interesante —respondió ella.
Nik la miró engullirse un trozo de apio con todo gusto. La detalló pensativo, ansioso porque llegara la noche.
—Vas a estar muy sabrosa esta noche —musitó en su oído. Ella se sonrojó y la respiración se le enloqueció—. No voy a cenar, voy a guardarme para ti.
—Nikolay —murmuró ella, con el corazón en la garganta y se atrevió a mirarlo a los ojos.
Él se rio seductor como siempre, pero eso solo empeoró lo que la jovencita sentía.
El resto de la tarde fue tranquilo, al menos para ella, quien se quedó tirada en la cama, leyendo un libro para la universidad.
Nikolay habló por teléfono por largo rato. Lo hizo lejos de ella, en el balcón de su habitación y, por supuesto, en un idioma que ella no entendía.
Se aseguró de cerrar todos los detalles de su investigación. Quería estar cien por ciento disponible solo para Kiara y sus necesidades y no quería que nadie le interrumpiera, así que desconectó todas sus líneas.
Cuando regresó al interior de la habitación, Kiara se incorporó en la cama y le ofreció una de sus lindas sonrisas. Él venía cansado, confundido y le dio una orden dura:
—Desnúdate.
Kiara soltó el libro y rápido puso los pies en la alfombra.
—¿La ropa interior igual? —preguntó inocente, desabotonándose la blusa.
—Todo —contestó Nik.
Ella vaciló. Le costó trabajo tomar una decisión. Miró las cortinas abiertas, las luces altas encendidas y pensó en todas sus imperfecciones. No quería que él las viera.
Pensó en todos esos detalles que le desagradaban de sí misma y se quedó vestida, rompiendo una de las tres reglas del contrato: obediencia.
—No puedo —le dijo cabizbaja.
Nikolay se acercó con paso amenazante.
—¿Por qué no? —preguntó. La joven no se dignó a decir nada—. ¿Cuál es el problema?
—Yo soy el problema, no soy lo que esperas —reconoció dolida—. No soy perfecta —sollozó.
Nikolay le tomó el mentón cuando la escuchó sollozar y quiso que lo mirara a los ojos.
—Si buscara perfección me habría quedado en Rusia —reveló y ella le miró con grandes ojos—. Busco realidad y a mí sí me pareces perfecta, Kiara.
—Pero... —Ella intentó contradecir sus palabras, pero el hombre le rasgó la ropa interior que vestía.
La despedazó con tal fuerza que, la joven tuvo que chillar por el susto.
—Quítatelo todo, Kiara —insistió él con firmeza.
Se lo quitó con prisa, reviviendo una y otra vez lo excitante que le había resultado la forma en que le había despedazado su ropa.
Popov regresó con su andar firme.
—Esto es tuyo —le dijo, ofreciéndole una caja negra—. Vas a traerlo contigo cada vez que vayamos a reunirnos.
—Sí —afirmó ella sin dejar de mirar la caja.
Nik la invitó a sentarse en la cama. Ella acató su orden con prisa y se cruzó de piernas para disimular mejor su cuerpo desnudo.
—Ábrela —le pidió. Kiara lo hizo esperando encontrar ropa elegante o alguna joya preciosa, pero lo que encontró la confundió todavía más—. Tócalos, son tuyos ahora. —La jovencita inhaló profundo y tomó una cuerda rosa y lila suave que apretó entre sus dedos, ignorante de lo que se trataba—. Son cuerdas de algodón, tratadas a mano, de seis milímetros y suavizadas, especiales para tu piel sensible —explicó y ella le miró más liada aún—. En el fondo de la caja encontrarás un flogger, un inmovilizador de muñecas, pinzas y un succionador.
—¿Quieres que use todo eso?
—Sí, pero solo lo usarás conmigo o para mi propia satisfacción —advirtió él y le miró inflexible—. Levántate —exigió y se plantó frente ella con brusquedad, la misma que la hacía temblar.
El hombre agarró las pinzas. Las recogió por la cadena metalizada que las unía y las revisó entre sus dedos, ajustándola para los pequeños pezones de Kiara.
Le tomó un pecho con su mano bien abierta sin decir nada. La joven ante él se ruborizó y apretó los labios para no gemir por las sensaciones.
El corazón le iba a explorar si seguía así, viviendo tantas sensaciones nuevas.
—Quédate muy quieta —ordenó él y acomodó la pinza alrededor de su estimulado pezón.
Kiara gimió y Nikolay le comió la boca para tragarse sus gemidos.
La presión fue inmediata y desconocida para ella, quien tuvo que reincorporarse sobre sus codos para ver lo que el hombre le hacía.
Se encontró una pinza negra sobre su pezón, apretándolo con fuerza.
La cosa se puso peor cuando el hombre acomodó la segunda pinza en su otro pezón, pellizcándolo también y volviéndola completamente loca.
—Me duele —sollozó cobarde, desconocedora del placer que la pinza podía ofrecerle.
—El dolor es placer... cuando te acostumbres, te gustará —explicó Nikolay, tomando las pequeñas bragas transparentes para acomodar a Moxie en el punto correcto.
—¿Quieres que vaya así a la fiesta? —preguntó preocupada.
Nik asintió sin mirarla, tocando los inmovilizadores de muñeca y el flogger.
Tras escucharla, caminó un par de pasos para tomar su vestido nuevo.
—Usarás esto para impresionar al mundo, pero lo que llevarás debajo de este pedazo de tela inútil, es lo que me impresiona a mí.
Su revelación hizo corto circuito en ella, quien se tumbó otra vez en la cama, con la respiración entrecortada, conforme intentaba asimilar el dolor de las pinzas que tenía clavadas en los pezones.
La picazón le enloquecía, así que se los frotó con suavidad con la punta de los dedos.
Él la detalló de reojo, probando las vibraciones de Moxie, buscando la mejor combinación para esa noche.
![](https://img.wattpad.com/cover/296787948-288-k981862.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El mejor comprador
Mystery / ThrillerFascinante, letal y perspicaz, Nikolay Popov es un demonio ruso que viste trajes de caballero para ocultar la oscuridad que lo rodea y la sangre que ensucia sus manos. De moral cuestionable y un pasado tempestuoso, llega a la vida de Kiara con un ú...