Aplausos

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Kiara se acercó a la cama caminando en puntitas. La alfombra negra y gruesa bajo sus pies la recibió con suavidad. Tenía el corazón en la garganta y el pulso tembloroso, pero nada la detuvo.

Ignoró la jaula que tenía bajo ella y se subió como si nada.

Nikolay se quedó de pie frente a ella algunos instantes, con las perlas anales en las manos.

El hombre suspiró y se acercó a ella con lentitud. Se sentó en la punta de la cama y le acarició los muslos con las manos abiertas, transmitiéndole calor y seguridad.

Ella le miró con timidez. Aun le costaba trabajo mantener su desnudez frente a él con tanta normalidad.

—¿Alguna vez has tenido una fantasía sexual? —le preguntó él y se recostó a su lado con normalidad.

Ella le echó un rápido vistazo y trató de imitarlo.

—No lo sé —respondió—. Ya sabes que no pensaba mucho en eso —musitó después.

A Nikolay le dolió verla y sentirla tan fría, así que la tomó por la cintura y la recostó sobre la cama y su cuerpo, atrapándola por los muslos y glúteos.

La calidez de su cuerpo y su varonil toque la hicieron vibrar.

—Y cuando tu novio te tocaba o besaba, ¿sentías algo? —preguntó curioso.

Existía muy poco espacio entre sus miradas.

—No —reconoció Kiara—. Tampoco se lo hubiera permitido.

—¿Por qué a mí me lo permites, Kiara? —preguntó él y la sostuvo fuerte por la cintura, deseoso de sentirla más cerca, más suya.

Él no sabía si se hallaba preparado para escuchar su respuesta, aun así, se preparó para todo; no podía negar que la anhelaba, la necesitaba para poder borrar todo eso que tanto le dolía, para atreverse a comenzar otra vez.

Kiara lo besó sin saber realmente qué estaba haciendo. Nikolay tenía un efecto muy fuerte en ella. Todo él la vencía y la hacía olvidarse de sus miedos de infancia.

Él dejo las perla anales en el olvido y se centró en ella.

Kiara se había olvidado por completo del lugar en el que estaba y solo se centró en lo que sentía, en esa doble estimulación que la hizo llegar y soñar como nunca. Las bolas chinas continuaban allí desde el vuelo, acariciando sus paredes internas y el miembro erecto de Nikolay la rozaba por fuera.

Kiara estaba segura de que iba a llegar al orgasmo y se preparó para ese momento tan especial. Se movió más rápido y gimió más fuerte, pero él no se lo permitió y la paralizó con sus muslos y brazos.

—Guarda un poco para después —le dijo, besándola con pasión.

Nikolay se levantó con ella entre sus brazos y la recostó en el centro de la cama con suavidad.

Kiara no podía creer lo que él estaba haciendo y chilló descontrolada cuando su lengua rozó todo su exterior, saboreándola como si se tratase de un néctar prohibido. Toda ella se ruborizó. Los pezones se le pusieron más duros y sus manos se agarraron de lo primero que atraparon.

Apenas podía respirar. Su corazón iba a explotar.

Él jaló el hilo de las bolas chinas que su vagina aún contenía. Lo hizo lento.

Kiara gimió cuando la primera bola salió y abrió la boca cuando sintió la segunda descendiendo por su interior. Quiso retorcerse por todo eso que sentía, pero sus manos tibias la domaron.

—Kiara... —gimió él cuando la vio completamente excitada y le pellizcó un pezón para sentirla mejor.

Le encantaba lo sensible que era, lo lejos que era capaz de llegar y con tan poco. Apenas la tocaba y ella ya estaba temblando, gimiendo y pidiendo más. Le fascinaba que se entregara completa, con los ojos cerrados y que dejara sus miedos a un lado.

El mejor compradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora