Todas las razones del mundo

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Narra Luna

Me estaba mirando al espejo, me había puesto unos pantalones de chandal oversize grises, un top negro que tenía una manga larga y la otra corta, pero no me convencía.
Fui hasta mi armario y comencé a sacar ropa de él, no entendía el por que necesitaba estar presentable hoy si solo iba a comer a casa de Pedri con sus padres. Pedri quería contarles que estábamos saliendo, que ya llevamos una semana, no se lo habíamos dicho a nadie más que a Bea y a Fer, quienes nos pillaron al día siguiente de la fiesta.

Mi mejor amiga entra en el apartamento, aun seguía en Barcelona, ella hoy se iba a comer con Fer.
- Luna ¿Que haces? - pregunta mirando toda la ropa en el suelo, al momento que ve mi expresión de angustia se acerca a mi. - A ver, tranquila, son los padres de Pedri, te quieren más que a él.

- Pero esta vez es diferente, me va a presentar como su novia y quiero estar a la altura - murmuro rebuscando, al momento mi mejor amiga me coge de los brazos obligándome a parar.

- Escúchame ahora mismo, no tienes que demostrar nada a nadie ¿Me oyes? - se me cristalizan los ojos. - salir con este chico te va a hacer que tengas mil ojos vigilándote a cada paso que des públicamente, pero no tienes nada que demostrarles Luna, mételo bien en la cabeza esto que te digo.

- Bea, yo - intento hablar pero ella me interrumpe.

- No Luna, tu no estás bien y lo sabes, Fer me ha estado contando tu estado este mes ¿Has ido con la psicóloga que te mandé? - miro hacia mis pies, aun no había dado el paso de volver a tratamiento en Barcelona.

Mi mente era como una especie de prisión, buscando distracciones todo el rato, cuestionándolo todo, solo espero que con el tiempo consiga un poco de paz.

- No - murmuro, Bea suspira y murmura algo que no logro entender, pero cambia de tema y me ayuda a acabar de arreglarme.

Al final voy como al principio, solo que mi amiga me maquilla levemente y me plancha el pelo.

- Guapísima- sonríe abrazándome por detrás obligándome a verme al espejo.

Por que por culpa de mi querida ansiedad, ya no se como tirar del carro, gracias a Bea había mejorado un montón desde que nos conocimos.

Bea en mi vida fue el rayo de luz que iluminó las cuatro paredes oscuras que había construido a mi alrededor. Por que podría caerme al vacío, se me podía caer el mundo a los pies, me podía pisotear todo el mundo, pero todo me daba igual si mi amiga Beatriz estaba a mi lado.

Bea había sido mi primer amor, siempre dispuesta a ofrecerme su mano para que me sujetara bien fuerte y no me cayera.

Aprieto el brazo de mi amiga, ella me deja un beso en la mejilla y me suelta para dejarme unos minutos en el baño.

Una vez recompuesta voy con mi amiga, la cual esta tumbada en mi cama.

- ¿Que tal con Fer? - le pregunto, se pone nerviosa al momento. - que crees que todo siempre se va a tratar de mi. - ella coge el móvil y se pone a ver historias de Instagram ignorándome, se lo bloqueo para que me haga caso.

- Prefiero dejarme fluir Luna, solo dormimos juntos y nos hemos dado besos puntuales - me explica sonrojándose. Sigo molestando a mi amiga hasta que  me entra una llamada de Pedri, pasaba a buscarme para ir a su casa ya que había entrenado toda la mañana.

Bea me da un beso de despedida ya que ella volvía a Madrid después de comer y yo tenía clase en la universidad a las seis de la tarde.

Bajo las escaleras y ahí está el mini verde, me meto en el asiento de copiloto, me deja un beso en los labios.

Lugar seguro | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora