Vino blanco

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Narra Pedri

Luna era un puto ángel, no tenía ninguna duda, estaba completamente dormida en mi pecho, había movido toda su melena rubia a un lado, dejándome ver su cara completamente relajada apoyada en su mejilla derecha.

Esta niña era capaz de llegar hasta lo mas profundo de mi ser sin tener que ponerme ni un dedo encima, era todo suyo al completo y eso me daba mucho miedo y despertaba inseguridades en mi que no sabía que existían, porque me he intentado ir de su vida muchas veces pero mi alma ya había elegido quedarse a vivir con la suya.

Habíamos intentado ver una película, digo intentado por que mis manos no pueden parar quietas cuando la tienen cerca.

Tenía el pecho lleno de amor por Luna García, estaba completamente a sus pies. Además el hecho de tenerla en Barcelona había traído estabilidad a mi vida, estaba mejorando en todos los sentidos. Luna me estaba ayudando a crecer como persona.

Lleva todo el mundo a su espalda y aun así te va a demostrar su mejor sonrisa en todo momento, esto era algo que admiraba y me jodía a la vez.

Era consciente de que sus problemas con la ansiedad habían aumentado desde que llegó a Barcelona, y de la existencia de aquellos emails que le llegaban a veces y lo que le asustaban. Algunos descubrimos que eran simples paparazzis pero otros no sabíamos de dónde venía el paradero, sobretodo las fotos de ella en la universidad.

- ¿En qué piensas? - la voz ronca de Luna me saca de mis pensamientos, se estaba frotando los ojos un poco desorientada.

- En ti - le digo consiguiendo el efecto que buscaba, que se sonrojara, en cuanto esconde su cabeza en mi pecho, comienzo a hacerle cosquillas desatando esa risa tan particular que tiene, contagiándosela a cualquiera que la escuchara.

Se levanta separándose de mi, hago un puchero indignado del espacio que hay entre nosotros . Se pone una camiseta mía, la cual estaba tirada en el suelo, y se dirige al baño, voy detrás de ella sin pensármelo. Ahora mismo solo quiero tenerla cerca, tenemos muy pocos momentos del día libres para los dos solos, por lo que los intentaba aprovechar al máximo.

- Quiero cortarme el pelo - dice mirándose al espejo, abro mis ojos como platos.

- No - le digo, ella me mira confundida. - con lo que me gusta peinarte el nido de pájaros. - recibo una colleja por su parte bien merecida.

- ¿Tienes tijeras? - me pregunta.

- ¿Te lo cortas tú? - le pregunto de vuelta totalmente sorprendido, ella asiente mientras se desenreda el pelo con sus dedos.

- Desde pequeña, mi madre se negaba a pagarme una peluquería entonces tuve que aprender, creo que solo fui una vez, el día de la graduación en la uni, que me llevó Carla - me cuenta Luna como si nada, se me rompe el corazón con solo pensar por todo lo que ha debido de pasar de pequeña y que no me cuenta. - Oye no me mires así- me dice Luna frunciendo el ceño.

- Mirarte cómo - le digo sin entender, se gira hacia mi quedando su espalda contra el lavabo, yo me controlo por la situación, porque mi mente sucia me esta jugando una mala pasada.

- Con pena - me contesta la rubia cortándome el rollo, niego al momento.

- No te estaba mirando con pena tonta, solo me sorprendió que lo dijeras con tanta naturalidad- soy sincero, vuelve a girarse para mirarse al espejo, le ayudo a peinarse el pelo ya que al tenerlo un poco ondulado se le enredaba con facilidad.

- Las únicas tijeras que tengo son de cocina - hablo contestando su pregunta de antes.

- Mañana lo corto, decidido- acaba haciéndose un moño desordenados, me encanta cuando tiene su carita al descubierto. La abrazo por la cintura apoyando mi cabeza en su hombro, viendo la parejaza que hacemos en el espejo.

Lugar seguro | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora