Pies en la tierra

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Siento como me dan besos por todo el cuello, la poca barba de Pedri me produce cosquillas cuando roza con mi mejilla, aun con los ojos cerrados sonrío. Suelto un gemido inconscientemente cuando Pedri me deja un pequeño mordisco en mi parte más sensible del cuello.

- Buenos días.- murmura Pedri, se coloca encima mía, me froto los ojos ante la claridad que entra por el ventanal de su habitación.

- Buenos días Pepi.- rueda los ojos ante mi apodo. Vuelve a seguir con lo que estaba haciendo y comienza a bajar sus besos hasta mi pecho, jadeo ante el contacto.

Este chico va a acabar conmigo.

- Pedri..- jadeo su nombre, conecta sus ojos con los míos y veo esa mirada oscura con lujuria tan típica del canario de los ojos castaños, mis manos se desplazan hacia la parte baja de su abdomen trabajado. Me muerdo el labio ante sus caricias para no gemir en alto ya que su hermano y sus padres podrían estar en la casa.

- Luna puedes hacer todo el ruido que quieras.- me dice con la voz ronca por la excitación del momento, le miro sin entender, me sonríe. Está guapísismo, tiene el pelo levemente desordenado de recién despertado que hace que sea mil veces más atractivo.- Se han ido, eres como una marmota es la una de la tarde.- me vacila, abro mis ojos asombrada.

- Pues soy toda tuya  - digo con una sonrisa pasando mis manos por su espalda, el coloca sus manos en mis caderas y da un leve apretón.

- Repíteme que eres mía en unos minutos.- me dice antes de besarme.

[...]

Me encanta pasar tiempo con el canario, sobretodo en los sitios donde no llama la atención, no es que me moleste que le paren a sacarse fotos ni mucho menos pero a veces se agradece esta pequeña intimidad.

Intentamos ir un poco por el centro de Barcelona pero me agobie mucho con la gente sacándonos fotos, el lo noto y pues ahora estamos en un pueblo a las afueras de la ciudad, después de dos horas en coche habíamos llegado y estábamos andando por una especie de playa pequeña, la verdad es que estaba maravillada con el lugar, la puesta de sol y la personita a mi lado.

- No quiero que te vayas rubia.- se para Pedri atrayéndome a su cuerpo, yo gustosamente me pego a él. Paso mis brazos por su cintura apoyando mi cabeza en su pecho.

- Aun me quedan días aquí contigo.- le recuerdo divertida ante su tono de voz de niño pequeño.

- Por suerte las navidades se acercan, a ver si Xavi nos da días libres.- apoya su cabeza en la mía, cierro mis ojos disfrutando el momento, la paz y tranquilidad que siento con él y escuchando el sonido de las olas.

Pedri me deja un beso en la cabeza y volvemos a andar, vamos hablando de tonterías, me cuenta sobre su infancia y  como su hermano y él siempre estuvieron unidos.

- ¿Tu no tienes un lugar fijo al que ibas de vacaciones?- me pregunta Pedri, hago una pequeña mueca.

- Nunca salí de Asturias hasta que me mudé a Tenerife.- explico, hace una pequeña mueca.- mi madre se gastaba todo el dinero en alcohol y bueno, con mi padre no había mucha relación hasta que pasó aquello. Mi hermano si que iba con mi padre, yo no soy capaz aun hoy en día de perdonar que se fuera de casa y no volviera hasta que yo cumpliera los 10 años, para luego volverse a ir.- explico.

- Es tu padre Luna.- me dice Pedri.

- Unos padres son los tuyos, un padre es lo que tiene mi hermano, yo no he tenido nada de eso.- digo con un poco de rencor en la voz, hablar de mi infancia no es mi tema de conversación favorito.

- Bueno pero hay que empezar a pensar en el presente Luna.- me anima el canario.-tienes que empezar a cuidarte, seguir yendo a la psicóloga y apoyarte en las personas que te quieren.- me quedo un poco perpleja con lo último que dice, se que el también se ha quedado así pero disimulo cambiando de tema.

Lugar seguro | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora