IX: Noche de juegos 1/2

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-Ninguno de los dos tiene permitido entrar a mi oficina, sea cual sea el motivo

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-Ninguno de los dos tiene permitido entrar a mi oficina, sea cual sea el motivo. Si llegan los productos que yo encargue, dejenlos en la entrada, cuando vuelva a trabajar, me ocúpare del resto.

Mai, se encontraba postrada en la cama, pálida y sudorosa debido a la gran herida que presentaba, Aime y Kyosuke se encargaron de mantener el local decente para los clientes, y en la mayoría, dejaban dinero de más para demostrar lo apenados que se hayan por Mai; aquello fue bueno, pues, se ahorraban un fututo escándalo por "poco dinero".

Aime, miro por última vez a Kyosuke, quien estaba parado en el pasillo, hablando con una enfermera, pero, aquello parecía ser otra cosa, más bien, una pelea disimulada, sintió curiosidad, no obstante, les dió la espalda y se fue para seguir con sus largas y aburridas tareas.

...

-Ahora entendí el porque llamo tu atención. Es decepcionante el sitio donde vive, y la gente ni hablar.- Comentó Muzan mientras leía un libro de biología humana.

Kokushibo estaba allí, sentado frente a el, observando cada movimiento que hacía, incluso, su respiración. Muzan lo noto, de todas formas, lo ignoro.

-No pienso detener esa...extraña comunicación que tienes con ella, eso sí.- De repente, destrozo las hojas del libro. -No quiero ver ese asqueroso traje de Kakushi, ¿Entendido?- El asintio, no es que tuviese otra opción...

Luego de eso, se retiró por pedido de su líder.

Lastima para el, Akaza lo había oído todo.

-Cuida tu espalda, porque, mínima distracción que tengas con ella, te apuñalara por la espalda.- Dudo mucho que Aime llegase a ponerle una mano encima, su estado físico no se lo permitía.

-Akaza, ocúpate de tus asuntos.

Y se fue, dejando a la Luna Superior 3 sola, y claramente, con ganas de saber en qué andaba el.

...

-Por hoy, ya está. Yo me ocúpare de llevar las cajas al depósito, puede irte, se anunció una tormenta de nieve para la noche.- Le dijo Kyosuke, arreglando el mantel sobre la mesa, dónde se recibían los clientes.

-De acuerdo, espero llegues bien a casa, Kyosuke-Kun. Si sabes algo de Mai-Sama, me mandas una carta.- El asintio, y con una reverencia, se retiró del lugar.

¿Mintió sobre el clima? No.

Las nubes cubrieron el cielo celeste, dejando paso a esos nubarrones entre negros, grises y azules grisáceos. No fue hasta llegar a la tienda de comida, que se largo a nevar; el principio fue suave, pero, al cabo de unos minutos, era viento y nieve.
Temió por salir sola hasta su casa, que tan cerca no estaba.

-Aime-Chan, lamentamos tener que correrte, pero ya vamos a cerrar el local por la tormenta.- La castaña asintio, y sin dudar ni un segundo más, corrió hacia la casa.

...

Kokushibo se disfrazó de Kakushi, y salió del lugar, dispuesto a encontrar a la muchacha, para lo de siempre, estar cerca y ver qué hacía, de hecho, uno de sus objetivos era el cuidado de la planta.

La tormenta de nieve estaba empeorando cada vez más, y la visión del demonio se volvía dificultosa, no obstante, logro ver el pueblo Michigan, específicamente las débiles luces, que titilaban, como si fuesen a apagarse en cualquier momento.
No supo en concreto si Aime se encontraba en su casa, o en el pueblo, pues, al ser una muchacha con los problemas físicos que tiene, no sé arriesgaría a acabar en cama, o muerta.

Llegó al lugar de trabajo, dónde busco con la mirada a alguien, para su mala suerte, estaba la luz prendida, pero nadie dentro.
Soltó una maldición, una maldición que no se lograría escuchar por los fuertes vientos. Tomando su Nichirin con fuerza, camino a pasos pesados hacia la cabaña.

El olor a pan recién ordenado inundó sus sus fosas nasales, por alguna razón, una extraña oleada de recuerdos difusos golpeó su mente; con sinceridad, el no recordó haber comido pan en su juventud, o en pocas palabras, vida pasada. Por eso, se acercó a la puerta de la casa, dónde la luz salía por debajo de la puerta.

-¿Michikatsu-San?- Salió de su mente al oír la voz de la catsaña.

Bajo su mirada, y la vio.

En su rostro pálido, había una extraña mirada, ¿Miedo? ¿Inseguridad? ¿Desconfianza? Eso lo hizo dudar, ¿Ella sabía quién era? La mano de ella tomo su muñeca, y de un tirón lo metió dentro de la casa, que, estaba muy cálida.

-Es peligroso andar a estas horas fuera de casa, y más si hay una tormenta como está.- Ella le dió la espalda, y se fue a otra sala, oscura.

Kokushibo se quedó parado en la puerta, hasta recibir el permiso de que pudiese sentarse en dónde quisiese, por lo tanto, se fue a la pequeña mesita que estaba ubicada cerca de la ventana. Sobre esta, se hallaba un pequeño libro de tapa dura, junto a una pluma y varios colores de tintas.
En las hojas blancas, habían ilustrados diseños de telas, y planos para la casa, como ventanas, puertas, diseños para las paredes, etcétera.
Sintió curiosidad, ¿Pensó en cambiar su casa? Le pareció bien, no es que estuviese feo el lugar, pero, como ella vivía sola, y tenía el dinero, podría cambiarlo, ya que, aquel hambirnte funebre seguía reinando el lugar.

Minutos después, ella ingreso a la sala con un kimono verde olivo, y dos tazas de té de menta y manzanilla.

-Pienso cambiar algunas cosas de mi casa. He dibujado algunos planos, como la puerta, que ya está nueva.- Dejó la bandeja a un costado de la mesita, y cambio de página, mostrando unas lindas cortinas color manzana. -Como las paredes de la casa son de un verde alga, el rojo manzana sería llamativo.

El solo observó en silencio el diseño.

-Ponle un diseño en las puntas, de color amarillo.- Ella lo pensó, y asintio.

Tomo la pluma, y con el color amarillo, dibujo unas pequeñas líneas en la cortinas ilustradas en la hoja.

-¡Eh, no queda mal! Siento que, en la primavera, los colores brillarán, me gusta.- Su sonrisa blanca, iluminó su rostro.

Aime intento no creerle a Tanjiro, pero, ella no podía odiar a Michikatsu, el estaba sentado frente a ella, con los hombros caídos, mostrando tranquilidad, y sus ojos de esclerótica carmesí y pupilas amarillas, la miraban, pero, aquellos ojos no mostraban hostilidad.
Apretó sus labios y saco el libro de la mesa, junto a los frascos de tinta, para acomodar la pequeña bandeja junto a los vasos de té.

-¿Te irás después?- El lo pensó, y segundos después, asintio. -Es peligroso que salgas, no creo que esto se calme pronto.- Ella sabía que el, siendo un demonio, podía tranquilamente caminar por esos climas, o peores.

-No hay necesidad de preocuparse.- Con esas simples palabras, ella no insistió más.

Solo tomó su té en silencio, y el, hizo lo mismo, con el enorme esfuerzo de no vomitarlo, ya era algo fácil de domar, ya que, lo tenía en práctica, si compartiría tiempo con Aime, deberá de comportarse con un humano, y eso implicaba comer.

Luego de un lado silencio, Aime decidió hablar para matar el silencio:

-¿Te gustan los juegos?- El dudo en contestar, pero, ante la curiosidad que ella detonaba en sus ojos verdes, asintio. -¡Genial, tengo muchos! Espérame unos minutos.

Ella se levantó rápidamente y fue corriendo a otro cuarto.

El apretó los labios, este tipo de acercamientos le podría costar la vida entera, y la vida de ella también.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora