XXV

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Kokushibo veía como Aime caminaba de un lado a otro, soltando mil ideas diferentes de como adornar la casa por la primavera, pues, está ya había entrado bastante rápido, fue en esa misma mañana que abrió las ventanas y la nieve ya no estaba, en su...

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Kokushibo veía como Aime caminaba de un lado a otro, soltando mil ideas diferentes de como adornar la casa por la primavera, pues, está ya había entrado bastante rápido, fue en esa misma mañana que abrió las ventanas y la nieve ya no estaba, en sugar, un pastizal largo y reinaba en casi todo el suelo, lo cual, sería un trabajo difícil de quitar. Pero eso no le importo, pues, podría arreglarlo y darle más vida a la casa, como ella siempre quiso.

Mientras ella chillaba, daba saltitos, y anotaba cosas en su libreta, el ya le había pedido que se sentara un rato, debido a las leves quejas que soltaba.

—Aime, ve— Y por quinta vez, ella lo interrumpió.

—¡El verde manzana en la pared queda perfecto! Pegó la hoja en la pared, y se alejo, viendo en silencio, intentando imaginar la casa de ese color. Hasta soltar un bufido.

Dando pisadas grandes, se sentó al lado del demonio, quien entrecerró los ojos. Ver el puchero en su rostro juvenil, le daba algo, no sabía que exactamente, pero no me agradaba mucho.

—De esa forma tonta no podrás ver el resultado.— El se cruzo de brazos, he ignoro la mirada funesta de la chica.

—Di isi firmi tinti ni pidris vir il risiltidi— Le hizo burla, y miro hacia otro lado, se hacía esperanza, y con tal de contradecir las palabras de el, intentaría de todo para verlo.

El silencio gobernó la sala, ambos se encerraron en sus pensamientos, olvidándose de todo, pero, la tarde cayó, y el sol ya estaba entrando por las ventanas, y Kokushibo se vio obligado a alejarse, y encerrarse en la oscuridad. Aime sonrió divertida.

—Es una verdadera pena que no puedas disfrutar del sol, pero, encontraré alguna forma de que al menos, puedas salir al jardín.— Ella se paró, y fue a preparar la cena, pues, debia de acostumbrarse ya que, en verano las temperaturas aumentaban anormalmente, y la cocina se volvía un infierno.
Por otro lado, Kokushibo se quedó sentado, y con un leve mal humor. Realmente detesto internamente no poder salir, ver a Aime afuera, trabajando y ejerciendo más fuerza de la que no debería, lo hacía sentir un inútil. De repente, un "click" hizo en su mente, ¿El traje de Kakushi servirá como protección? Volteo y miro a la castaña, quien cortaba las zanahorias, y cantaba bajito, no reconoció la canción, pero, se le hizo interesante, sonaba como una canción de cuna.
Se paró luego de pensar en eso, y acomodo la mesa en silencio, fue muy rápido, ya que la casa era considerablemente grande, y la mesa estaba desarmada, dentro de un pequeño armario en el otro salón, que sería el cuarto de ella.

—No se que darte, Kokushibo-San, siendo un demonio...— Lo último salió en un murmullo, no obstante, el lo oyó. Pero no contesto.

...

La cena transcurrió tranquila, mientras Aime comía, prestaba atención a lo que el demonio le explicaba, todo se debió a la curiosidad por el diseño de la Nichirin. La cantidad de ojos en esta, era para ver los movimientos de los oponentes, y así, vencer al enemigo, lo cual lo encontró coherente, incluso por los ojos de su rostro.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora