XXXV: El Rapto 1/3

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—¡Espera, no!— El grito de Aime pareció sacudir la estancia abandonada

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—¡Espera, no!— El grito de Aime pareció sacudir la estancia abandonada.

Ella cayó al suelo. Para evitar un impacto más doloroso, uso sus brazos, lo cual, fue muy mala idea.
Chilló adolorida y se retorció en el suelo al ver su brazo roto. No era capaz de ver la herida, y las náuseas ya estaban al borde de la salida.

El hombre, alto y con una sonrisa divertida, quiso saltarse encima de ella y devorarla, pues la sangre en el suelo, y la que salía la herida lo estaban excitando.

—Veamos si el olfato de Kokushibo-Dono sirve luego de tanto tiempo.— El rubio, de ojos arcoiris acarició el suave cabello de la castaña, quien, como pudo, se alejó.

El dolor era insoportable, a tal punto de empujarla a una pérdida de conciencia, ¿Como un golpe así, puede causarle esa herida de tal magnitud? El frío en aquella habitación se colaba por el fino kimono que tenía puesto.
Alzó su mirada, paniqueada.

—¡¿Quien eres?! ¡No te conozco!— Grave error.

Flashback:

—¡Minami-San, que no está permitido la entrada de mascotas aquí!— Desesperada, Aime intento tomar a los pequeños gatos, quienes corrían cuando ella los perseguía.

Minami había ingresado aquella mañana con una caja misteriosa en sus manos, Aime no le prestó atención de la debida, y ese fue el costo. De repente, calidad de pequeños mínimos salieron volando de la caja, de gatitos blancos, a negros con manchas marrones, o grises con el pelo rizado; entre la risas de su amiga, intento distraer o mandar lejos a su superior, quien de vez en cuando bajaba al primer piso, sospechando del escándalo, más sorprendentemente no llego a ver ningún animal.

—¡Ay, Aime-Chan, que es regalo de tu amigo Zenitsu-Kun!— ¡¿Zenitsu?! ¿El cazador que la salvo de morir por el golpe que Daki le dio? ¿Ese mismo? Bueno, no conocía otro. —No me mires así, sus amigos andan preocupados por ti, desde la invasión en el Distrito Rojo no has mandado ni una carta para darles alguna señal de vida.— Le reprochó. —Pero no te preocupes, ellos probablemente este—

Alguien, más bien, los gritos de Zenitsu en la entrada del local, se escucharon desde el salón de costuras. La castaña suspiró y con tres gatitos en sus manos, lo fue a ver.
Raramente, espero a los tres, pero solo estaban Inosuke y el rubio, quien lloraba e intentaba saltarse la barra.

—¡Aime-Chan, Aime-Chan, que alegría verte!— Golpeo al chico y de paso, empujó a algunos civiles, con el objetivo de abrazarla fuertemente.

Y lo logro.

Al estrujarla con fuerza, los gatitos gruñeron y sobre su rostro cayeron. Las risas y gritos de Inosuke eran graciosos, notó Aime, pero rápidamente se tuvo que encargar de la situación, y Minami no tardó en llegar.

—Madre mía, ese rubio es un idiota, aparte de eso, con mala suerte.— Rodó los ojos, y le saco los gatos.

Arañado, llorando y en el piso, Aime lo atendio y curo sus heridas. Lo curioso y aterrador, es ver cómo Minami intentaba sacarle la máscara a Inosuke, bajo coqueteos, ¡¿Acaso no se olvidaba que ella tenía veintisiete años?! El chico debería de tener de catorce a quince años, aunque, su físico bien trabajado decia, o intentaba verse lo contrario.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora