VI: Distrito Rojo 1/2

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—M-Mai-Sama, considere no mandar a Aime-Chan al Distrito Rojo, ella no conoce el camino ni los atajos que puede tomar en caso de que algún demonio la ataque

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M-Mai-Sama, considere no mandar a Aime-Chan al Distrito Rojo, ella no conoce el camino ni los atajos que puede tomar en caso de que algún demonio la ataque.— Kyosuke, por primera vez, estaba bajo los nervios.

Ni el, ni Aime se esperaban aquel momento. Kyosuke y el difunto Akio eran los que salían a buscar las reservas a aquel Distrito; la castaña solo transpiraba frío, y su labio mordía, jamás pensó que eso le sucediera a ella.

—Alguien tiene que salir a buscar comida para el local, ¿No? A ti no te puedo perder, suficiente tuve con Akio.— No supo Aime si ella quería que se fuese para que la matasen en el camino, o por trabajo. Estaba claro que auello podría ser una forma de deshacerse de ella y no tomarlo como un crimen.

Kyosuke no dijo más nada, y optó por asentir, irritado. No sé podía ir en contra de las órdenes de ella, y si tenías el valor y fuerza de dejarla callada, felicitaciones, luego desaparece, porque nadie, ni nada te defenderá de las humillaciones que sufras en un futuro muy cercano.

Esa mujer es mala, tan mala, que con solo imaginar un castigo, ella, probablemente te lo haga.

En silencio, Aime optó por asentir y marcharse del salón naranja. Se prepararía para salir en esos instantes. ¿Debería? Si, debido a la peligrosa noche.

—Mas te vale volver viva, y en el día que esa anciana te marco. Porque, si te pasas una hora, yo mismo saldré a buscarte.

Si aquello no era suficiente, las amenazas de Kyosuke golpeaban su mente, y ante la furiosa mirada que tenía, nada complacido de que su Gatita este lejos de el.

Se suponía que aquella mujer, lo ayudaría en todo para que Aime se enamorase de el, pero, había un obstáculo según el, y esa molesta piedra era el kakushi; vio la noche en la que, Aime y ese bastardo estaban juntos, comiendo, y ella sonreía para molestia de el. Menos mal no se había aparecido en ese día, ni el anterior.

Ya lista, acomodo su bufanda y se largo de Michigan, con la penetrante mirada gris de su agradable compañero de trabajo, de todos modos, agradeció a los dioses por un viaje sola, si fuese lo contrario, no sabría cómo manejarse en presencia de el.

...

—¿He de confiar en ti, Kokushibo? Me has conseguido lo que he querido en años, y sorprendentemente en una miserable noche.— El pelinegro volteo a verlo, con una mirada sería.

El mencionado, estaba arrodillado frente a el, con la mirada en el piso, aquella pregunta le tomo por sorpresa, pues, Muzan solo lo cito sin decirle el motivo.

—No lo he defraudado, Muzan-sama. Si desea, puedo recoger la planta completa para usted.— El tono que utilizo, fue más un susurro.

No sabría si se consideraba en apuros, sabía que aquella planta que la humana le mostró, y dió, era el Lirio Araña Azul.

—¿Por qué estás nervioso? Si sabes que hiciste bien el trabajo. A lo que quiero ir es, tus otras salidas. Tu no sales ni para comer,  lo que te tragas son restos que Akaza te deja.

El silencio parecía devorar todo a su alrededor, dándole una sensación de ahogamiento.

—He estado en el hogar de la mortal, cuidando de las flores, eso implicó tener un acercamiento con ella.Lo último que vio, fue su propia cabeza, separarse de su cuerpo, manchando todo el piso de sangre.

...

No encontró una explicación para describir el espantoso viaje hacia el Distrito Rojo.

Sus pies dolían al igual que sus manos, y el frio parecía colarse por sus prendas finas, bueno, si, su ropa era más para verano, otra teoría que Aime imagino: Mai le dió esa ropa como "regalo" para que se muriese ahí mismo, lejos de todos.
Apretó sus labios y sus ojos se cristalizaron, ¿Por qué la gente era tan cruel? Esa era una de las miles de preguntas mentales sin responder.

Respiro el aire frio con rapidez y corrió, en la lejanía, vio una enorme entrada, adornada de luces y cosas bonitas japonesas; se cuestionó a si misma si había algún tipo de evento, que ella sepa, no había nada nuevo, pues, siempre llegaban a Michigan invitaciones de ceremonias, comidas y ferias nuevas debido a los cambios de estaciones.

Con la felicidad desbordada, corrió junto con su gran carretilla/carreta de madera, el olor a la comida entraba en sus fosas nasales, tentandola de comer todo lo que encontrase allí. Con prisa, saco el apunte que Mai le dió para los productos.

Quería morir allí mismo.

¡¿Cómo podría ella llevar todo eso a Michigan a pie?!

Se trataban de alrededor de setenta y nueve productos de limpieza, más diez comidas, platos y vasos con garabatos llamativos. Apretó sus labios, no llegaría en un día o dos ante tanta cosa, ahora, giro y miro la carreta, ¿Todo eso entraría ahí? Pensó que abría algún orden especial, pediría ayuda, eso estaba más que obvio.

—¿Un rostro nuevo? Vivo aquí hace cincuenta años, ¿Que te trae por aquí, muchacha?— Aime volteo, para posar su mirada en un anciano.

El señor era vendedor de telas hermosas, y kimono, notó Aime, y a muy buen precio.

—Si, señor.— Hizo una reverencia. —Vengo de Michigan, tengo unos encargos que hacer aquí.

Al escuchar su pueblo, el hombre se sorprendió.

¿Vienes de allí? Pensé que ya no existía, digo, al estar tan lejos de lo que es la civilización, se toma por muerta a la gente, pero enhorabuena, me da alegría ver algún aldeano de ahí.

El señor comenzó a revolver prendas en la mesa que tenía a su lado, y saco un lindo kimono rojo con lanita en el cuello, reemplazando lo que sería la bufanda.

—Es para ti, la ropa que tienes no es adecuada para esta estación, lo mejor es que te lo pongas para no pescar un resfriado u algo peor.

Si fuese por ella, se echaría a llorar ahí mismo, nunca recibió esa atención, ni le regalaron nada nunca, pero aquel señor se había ganado su respeto.
Ella, con una segunda reverencia, arrastró su carreta a algún hotel barato.

Pero, a medio camino, choco contra alguien, cayendo al piso.

—¡Lo lamento mucho! ¡No mire por dónde iba!— Identificó la voz como una masculina y juvenil.

—¡Mira lo tonto que estás, Tanjiro!— Aquella segunda voz sonó horrible a sus oídos. Más bien, si chillido. —¡Tu caballerosidad es nula!

Alzó lakrads y se topo con unos ojos burdeos, al igual que su cabello, lo que llamo su atención su la extraña cicatriz en su frente, específicamente del lado izquierdo.
El muchacho, vestido con un...¿Kimono? Ofreció su mano.

—Lamento mi falta de educación.— Ayudo a Aime a ponerse de pie. —¡Soy Kamado Tanjiro, un cazador de demonios!

El chico de cabello amarillo chillo, furioso, está a claro que esa belleza se la estaba quedando Tanjiro. Inosuke estuvo tentado en darle un masacote en la cabeza.

—Ellos son mis compañeros, Agatsuma Zenitsu y Hashibira Inosuke.— Tanjiro parecía tan feliz, al contrario de Aime, quien intentaba ignorar las miradas de Zenitsu.

En ese instante, la castaña supo que su estadía en el Distrito Rojo ya no sería normal, o más bien, tranquila.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora