XXVII

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-E-Espera

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-E-Espera.- Susurro ella, mientras intentaba alejarlo.

La fuerza del demonio era aterradora comparada con la de ella, en si, no había comparación.
Los besos que el le dejaba en el cuello, creaba un cosquilleo y sensación extraña que bajaba a su zona íntima, a tal punto de originar un leve dolor; a estar tan pegados, el miembro de el se lograba sentir bajo las prendas.

Le retiro la ropa, como si el ya hubiese tenido experiencia anteriormente, en si, cuando se entregó la primera vez, demostró tener una habilidad muy bien practicada, a lo que llevo a pensar que el tuvo o práctico para eso. Contrario a ella, quien no sabía ni dónde poner las manos, una cosa era pensarlo, y la otra era hacerlo. Y al parecer, tocaba otra vez esa situación humillante.

El, como una serpiente hambrienta, se deslizó por su pecho, hasta llegar a los senos, los cuales jugo y movió a su antojo. Los suspiros de Aime se oían en toda la casa, cada pared, vibró, y si no fuese poco, el mismo ambiente se torno cálido, o no exactamente, sino que, el cuerpo de ambos se volvía caliente y sudoroso debido al momento de lujuria.

Fueron minutos eternos para ella, bajo el, y siendo tocada de esa forma tan suave y sutil, como la primera vez. Los labios de ambos se unieron en un beso, mientras ella le quitaba la ropa a el; ese beso paso de ser suave, a lascivo, aquel vapor que ambos soltaban, originó un tipo de humedad, la cual, la lengua de ella, sobre los labios de el, hicieron que su boca se abriera más, haciéndole paso libre, evidentemente, las reparaciones y el intercambio de saliva, volvieron miel líquida y caliente su entrepierna, exigiendo ser tocada con rapidez.

Kokushibo, la tomo de sus nalgas y la apretó a el, el sudor de ambos y la calentura se volvían uno, y ambos, querían acabar con ese placer cruel de una vez, pues, su erección ya comenzó a doler, y exigir que se tratase urgentemente; de un movimiento, dos dedos de el entraron en la vagina de Aime, quien no pudo evitar soltar un gemido alto, casi un grito. Se aferro a él.
Sus dedos parecian dos gusanos, tocando las paredes de su canal vaginal, cada caricia en su interior dan una cosquillas placentera.

Ella, tomo el tronco del pene y comenzó a masturbarlo con rapidez, ¿Por qué ella debería de sentir placer sola? Pues, escuchar los suspiros, y tener el aliento de Kokushibo en su cuello, era uno de los mayores placeres que le daba, si sus dedos recorrían las paredes vaginales, escucharlo la mataba, era lo mejor, y supo que lo estaba haciendo bien cuando el apoyo la cabeza en su cuello; su melena oscura se notaba levemente mojada por el sudor, y su cuerpo soltaba leves temblores.
Ella enfocó su vista en el miembro, ya en alto, y para acabar con ello, acaricio suavemente el glande.
Menos mal lo hizo. La reacción de el fue el su climax. Al verlo encorvado y erizado, ella no pudo aguantar más, y sus fluidos acabaron por ensuciar el piso, y los dedos de el demonio, quien, sorpresivamente se los metió a la boca. Aime bajo una vergüenza notable por el rubor en su mejillas, tomo su muñeca, intentando evitar que siguese.

-No hagas eso...- Murmuró, y el la ignoró.

La castaña retiro algunos mechones de cabello del rostro de el, y los coloco detrás de la oreja; de un movimiento, la tomo de las caderas y la monto sobre el, sabía que venía ahora, ¿Se suponía que debía de estar tranquila? Ver el tamaño de ese miembro le hacía dudar, pero, ya estuvo dentro una vez.

El tomo el tronco del pene, y froto el glande en la entrada, sinceramente, su cuerpo comenzó a temblar, en cada movimiento, rozaba en su clítoris. Aime no pudo evitar soltar gemidos, era el punto débil, y si seguía así, caería otra vez en un clímax. Y eso el lo notó.
En un movimiento, y con fuerza, su pene ingreso completo. Ella soltó un grito, y curbio su boca, con sorpresa, aquello fue totalmente diferente a la primera vez, Kokushibo demostró sutileza y tranquilidad, totalmente diferente a la de ahora.
Se mostró desesperado, sus ojos mostraban grandes cantidades de irritación, apostó que se debía al deseo sexual, el placer de cierra forma lo consumía; las venas en sus brazos y piernas se volvían cada segundo que pasaba, más notables; su cabello lo hacía ver más guapo.

El se encorvo y apoyo ambos brazos al costado de la cabeza de ella. Aime lo tomo de la cintura y lo acercó más a ella, se sentía tan bien tenerlo cerca, deseo tenerlo siempre con el, pero, ante situaciones como la más obvia, que el es un demonio y tiene líder, no puede darse el lujo de convivir más seguido con el. Sin embargo, cada segundo que comparte con el son muy valiosos, y luego de tantos conflictos, por fin puede verlo, y esto era también gran parte de el, quien desobedece a Muzan, y sale herido por ella.

De repente, sus pequeñas embestidas sacudían su interior, si debía de describir esa sensación, es como si su pene buscase refugio desesperadamente dentro de ella, escarbando cada diminuta parte. Con deseo de más, ya tomado de la cintura, lo pego a ella, su olor, su cuerpo, su virilidad, todo en el alteraba su mente, olvidando los "buenos" valores que sus padres le enseñaron durante años, su mirada cargada de fuego, tento a Aime, y ante esa situación, se prendió al cuello de el y lo mordió, si eso no fuese suficiente para el y el terrible golpe de hormonas que estaba viviendo a manos de una muchacha de veintiun años, las mordidas y lengua de ella, recorriendo su cuello y hombro, lo mataba.

El salió de ella y la tomo de las piernas, las colocó en sus hombros y volvió a meter el miembro de un tirón, ya no dolía ni daba incomodidad, estaba tan concentrada en verlo a el, que si mente se negaba a aceptar tal emociones.

-¿Te gusta?- Susurró el. Aime asintio, con la respiración agitada.

El no comento más nada, y comenzó con las embestidas más rápidas y profundas. Los gritos y gemidos de ella retumbaron la casa, y eso los encamino a los dos directamente al último climax interno. El no salió de ella cuando eyaculó, y tampoco pensó en las consecuencias que traería en un futuro, más bien, ninguno de los dos lo pensó, tampoco les importaría mucho, estaban a mil, sus hormonas y mente no estaban allí, en la realidad.

El cayó a su lado, mirando el techo. Aime lo miro fijamente. La respiración de Kokushibo era rapida he incontrolada, pero se calmo minutos después.
Ella se sentó y acomodo su cabello, en una coleta baja, su cuerpo sudado y marcado con mordidas, parecía machacado, supuso que era normal, jamás se vio ni imagino en esa situación explosiva. Kokushibo apoyo su mano en la espalda de ella, y la acaricio, un recuerdo fugaz apareció en su mente.

Se vio a el, siendo un humano, junto a una mujer de su edad, de una larga cabellera negra y kimono celeste. No solo eso, había un bebé en sus brazos, y el, tomaba a un niño de la mano, ¿Ella fue su esposa antes de volverse un demonio? Parecía que si, hasta el mismo niño tenía una similitud impresionante con el.
De repente, volvió a la realidad.

Ella lo estaba mirando.

-¿Estás bien?- Le pregunto. -Te has encerrado en la mente, ¿En qué piensas?

El dudo en decirle, pero lo hizo.

-Tuve un recuerdo de mi, siendo humano. Al parecer, me case y tuve familia.- Ella abrió los ojos, y se volteo. En lugar de ver alguna emoción negativa, sus ojos se desbordaron de curiosidad.

-¿Si? ¿Recién lo tienes? ¿Hay forma de que puedas verlos otra vez?- Ella en ese momento, desconoció la edad exacta de el, pero, no le dijo nada ante eso.

-No, tengo más de trescientos años, dudo que estén vivos, Aime.- Ella hizo un puchero, y se acostó sobre el.

Kokushibo la abrazo de la cintura y la cubrió con su kimono violeta, no admitió lo cansado que lo había dejado, ¿Desde el cuando el sexo te dejaba así? Ojo, pensó que dependía de la persona, siempre se mantuvo al margen, alejando esos sentimientos.

Ahora deberia de esperar a que amaneciese para irse. Muzan no le diría nada, ya sabía que se quedaba hasta dos días seguidos con ella.

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Ustedes me obligaron, no acepto retadas 🧍🏻.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora