XXXVIII:

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—Te juro que no fue intencional

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—Te juro que no fue intencional. Yo no sabía que el vendría aquí y me llevaría a su casa, guarida, o lo que sea.

Soltó ella, mientras entraba a su casa junto al demonio, quien no soltaba alguna palabra.
Desde un inicio, Aime creyó que ella lo organizo todo para huir, pero, la realidad de asunto, es que, prácticamente, su pareja acababa de cometer un acto totalmente ilegal, su cabeza no estaba en la tierra en esos momentos, y eso implicaba no escuchar las súplicas y sollozos de la muchacha.

—Por favor, Kokushibo-San. No sé cómo demostrar que soy inocente.— Quería tomar su mano, pero, el apenas la soltó, despareció en la misma oscuridad del hogar, ella apostó, que fue a buscar algo para su brazo y herida en el rostro, pero lo descarto.

Ella, a paso lento, se fue a sentar a la cama, cansada. Tuvo la enorme suerte de no sufrir algún daño peor, y llevarla a perder a su futuro hijo, su brazo, su pobre brazo había recibido todo, y ante la osteoporosis, demoraría más aún en sanar.
Escuchando leves ruidos en otro cuarto, el había aparecido con algunos artículos de primeros auxilios, productos que tendía a comprar, y llenar el baño con ellos, en casos de emergencia, supuso que Aime ya los abría visto, algunos estaban en otros sitios en donde el ya los abría dejado anteriormente.
Kokushibo se acercó a ella y dejó todo sobre un mueble que estaba cerca de la cama, y mojo gasas con iodofon/todo para curar la herida de la mejilla, se sentó en una silla que arrimo cerca de ella y ya sentado, limpio su herida, ignorando la mirada de ella.

Aquello era difícil, muy difícil, honestamente, Aime se espero algo peor, pero, cree que podría llevarlo a pie, fingir demencia y seguir con la vida era lo mejor, y dejar que Kokushibo hiciese lo que quisiese, ¿Ella tenía el poder de darle una orden? ¡No! Ese era Muzan; alejó la mano de el, y apretó sus labios, mirándolo fijamente, sus ojos, estaban abiertos de par en par, pero llegó a notar el cansancio.

—No pienso hablar de esto, porque por más que quiera darte algún consejo, tu lo ignorarás, como siempre lo has hecho, y lo entiendo, eres un hombre prácticamente inmortal, con más de quinientos años encima.— Se paró, y se alejó de el. —Un ser humano de veintitrés años prácticamente no tiene algún tipo de derecho sobre un demonio, en el sentido de aconsejar, o no sé...

A esas alturas, Aime estuvo tentada en, de alguna forma, mantenerlo lejos y continuar su embarazo sola, ¿Cómo? Aquello sonaba cruel y totalmente apático, pero, ¿Como diablos seguiría viviendo aquello? Si, se imaginó una vida difícil, sin embargo, no al extremo de ser raptada, herida y demás; de todas formas, amaba a Kokushibo, y lo estaba locamente por el.
El demonio se mantuvo callado, y en silencio, dándole la razón en cierta parte, ya que el jamás siguió los consejos de ella, o los pocos que le dio, y al final, terminó por ser castigado en muchas ocasiones.

—Todavia me cuestionó como es que no tuve un aborto espontáneo, sea por todo este estrés del secuestro y demás.— Se rascó la nuca, y acarició su brazo, al recordar aquello, le dio un hormigueo incómodo. —Si esto sigue de esta manera, habrá que tomar medidas, Kokushibo-San. Me es difícil como a ti caminar rodeada de posibles agresores, disfrazados de buenos civiles. Tu eso lo sabes.

Por primera vez, el no supo como tomar aquello. De alguna forma, el comprendía la situación, y dejó que siguese hablando.

—¿Que pasará con nosotros? ¿Que pasará contigo? No quiero que nuestro hijo o hija quede sin padre, ¿Que castigo recibirás?— Ella camino a la mesa con un florero de jazmines en el centro. —Ante esto, lo mejor, es darnos un tiempo. Que cada uno pueda solucionar los problemas personales, y luego, volver, es un gran riesgo dejar esto así nomás.

Era doloroso decir aquello, Aime estaba al punto del llanto, y Kokushibo miraba algún punto del cuarto.

—No estoy diciendo que deje de amarte, al contrario, pienso esto por ti, cuando soluciones con Muzan la muerte de...¿Douma, verdad? Si, el, vuelve, y aquí te esperaré.

Cuando ella alzó la mirada, el ya no estaba en la casa, todo rastro de el desapareció, dejando a la chica sola y emocionalmente abandonada. A partir de esa noche, cambiaría muchos aspectos de su vida, ya no podía pensar en los demás, ella y su futuro bebé eran prioridad.

Sin embargo, alguien llegó minutos después, y ese fue Akaza.

—¡Eh, pensé que te habías ido!— sorprendida, lo recibió con algo de alegría. —¿Kokushibo-San te mando, verdad?

—No, no lo he visto en el camino. Esto lo hago por cuenta propia.— Ella asintió, ocultando su tristeza, pero recordó a Fukiko.

—¡Fukiko! ¡¿Donde esta ella?!— Chilló, se había olvidado de la pobre chica.

—La dejé en el pueblo, quizás la veas mañana si vas a trabajar.

Detonada, se dejó caer en la silla de madera, su alma pareció soltar un largo suspiro, y de paso, le agradeció a los dioses, por no olvidarse de ella. Tambien lo hizo por aquellas muchachas que quedaron en la casa de Douma.

Al final, Akaza y Aime se quedaron juntos, charlando, o jugando juegos de mesa tradicionales, al menos para calmar el ambiente frío que hace unas horas gobernó sobre los cuatro, y dejando un gusto amargo en la lengua de ella.

ʟɪᴠɪɴɢ ᴡɪᴛʜ ᴛʜᴇ ᴅᴇᴠɪʟ《 Kokushibo 》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora