—Hola, ¿cómo estás? 😊 —observó la pantalla de su móvil, sus manos temblaban un poco al ver el nombre del remitente, hace algunos días el destino o la coincidencia había logrado que su camino se cruzara de nuevo con Andreas.
Jamás en su vida pensó en volver a verlo, no se creía con tanta suerte y, además, estaba segura de que el doctor la había olvidado por completo. ¿Qué podría haber visto en ella para llamarle la atención?, ¿quién se fijaría en una chica con un diagnóstico casi terminal?
Sin contar con el hecho de que ambos estaban comprometidos, si el doctor se fijaba en ella, definitivamente no podía ser para algo serio, y por supuesto, poco lo interesaba un hombre capaz de engañar a su prometida, alguien así, de seguro, no valía la pena.
Encima de que no sería capaz de traicionar a Jason, por más desgraciado que se hubiera comportado las últimas semanas. Bueno, no era un desgraciado por intentar protegerla y ayudarla con su tratamiento, pero si algo controlador, mucho en realidad. Su obsesión por su salud estaba llegando a puntos enfermizos, un aspecto que Leslie desconocía por completo de él.
Rastrear su móvil y ocultar sus llaves del coche, fue el principio del infierno para ella. Jason comenzó a atosigarla, cada día un poco más. Vigilaba con ojo de águila si tomaba sus medicamentos, si comía a las horas debidas, si pasaba más tiempo de lo recomendado pintando e incluso, hacía lo que fuera para evitar que saliera de la casa o al menos, que llegara a la ciudad.
Si Les, tenía la suerte de poder salir, Jason era su sombra y de paso, la trataba como discapacitada frente a medio mundo. Las discusiones entre ambos comenzaban a tornarse caóticas, ella entendía que su novio solo quería cuidarla, no deseaba perderla y ella..., pues resultaba bastante imprudente a la hora de cuidar se sí misma.
No obstante, no estaba en su naturaleza vivir en una jaula encerrada entre cuatro paredes, incluso cuando se trataba de su bienestar. El encierro y las medidas estrictas que Jason había tomado la hicieron explotar uno de esos días, de una manera en que jamás le había ocurrido en su vida.
La violencia nunca estuvo presente en su infancia, sus padres le inculcaron que todo se soluciona con palabras y que los golpes, nunca son opción; sin embargo, esa última pelea que tuvo con Jason terminó en jarrones rotos y algunos moretones.
Él jamás le levantó una mano, sería incapaz, quizás a veces la tomara muy fuerte del brazo, o la arrastrara a paso apurado, pero darle un golpe directo, era algo que sus límites no le permitían. Jason recibió los golpes de su parte como un campeón, y comprendió ese día que Leslie era un alma libre que no podía ser encerrada ni mucho menos maniatada.
Fue por eso por lo que, al día siguiente, la joven pudo asistir sin ninguna cadena a la exhibición de algunas de sus obras y vaya que agradeció al universo haber tenido ese arranqué histérico a pesar de no sentirse orgullosa de haber herido a Jay.
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El ocaso entre nosotros.
RomanceLeslie es una artista en auge que adora su libertad e independencia. Su mayor defecto es que cuando ama lo hace con tanta intensidad que no se da cuenta que a veces el amor también puede ser peligroso. Andreas es un doctor que sueña con formar una...