Fue directo a ver a Leslie, olvidándose de reportarse con su supervisor o siquiera ir a ponerse el uniforme. Podría haber controlado la animalidad que solo Jason era capaz de despertar en él, evitó por un momento que el enfrentamiento terminara en mayores, no obstante, no estaría del todo tranquilo hasta cerciorarse de que ella estuviera bien.
Solo pensar en que Jason le hubiera tocado un solo cabello, volvía a encender la chispa de furia en su interior. Cuando llegó al ala donde se encontraba su habitación, todos sus sentidos se pusieron alertas al percatarse del personal de mantenimiento saliendo de allí en fila, con ropa de cama ensangrentada, trapeadores tintos y rostros lúgubres.
Cualquiera que observara el panorama, pensaría que una masacre había ocurrido en la habitación. Sin darse cuenta, estaba casi corriendo en la dirección contraria al personal de mantenimiento y sin molestarse en tocar la puerta de Leslie, arremetió contra ésta sin ningún decoro.
El cuarto estaba impoluto y sus ocupantes, Leslie y Amanda, dieron un salto en el sofá donde se encontraban ante la impresión de su intromisión. El nudo que tenía en la garganta se deshizo lentamente cuando sus ojos se encontraron con los de la artista; de nuevo, sintió que el aire volvía a sus pulmones.
La castaña parpadeó varias veces, sin poder darle crédito a lo que sus ojos veían, su labio inferior temblaba un poco, transformándose en una débil sonrisa. Amanda por su parte, lo acribillaba con la mirada aun controlando los latidos de su corazón.
—¿Se te olvidó tocar o qué? —masculló la rubia frunciendo el ceño, Andy se encogió de hombros y mordió con fuerza el labio inferior.
—L-Lo siento, es que... —algo había en los grandes ojos de Leslie que lo hipnotizaban, haciendo casi imposible que se concentrara en sus palabras—. Me encontré con Jason. —Al oír el nombre de su expareja, un escalofrío se apoderó del cuerpo de Leslie y la sonrisa se esfumó casi automáticamente. Su mirada que al principio mostraban una calidez agradable, fue opacada por miedo, sin embargo, sus labios permanecieron sellados.
»¿Puedo pasar? —preguntó Andreas ante el incómodo silencio que se estaba generando y al curioso intercambio de miradas que se estaba desarrollando entre las chicas.
—Si, de hecho, llegas justo a tiempo, tengo que ir a la cafetería y no quería dejarla sola —exclamó Amanda incorporándose de un salto, Leslie contuvo la respiración y buscó tomarla de la mano, o agarrar cualquier parte de ella para detenerla, sin embargo, la rubia se escabulló satisfactoriamente, acribillándola con la mirada—. Casi no ha hablado desde que se fue Jason —murmuró cuando llegó junto a Andreas, asegurándose de que Leslie no pudiera oírla—. Quizás puedas ayudarla..., no lo sé, me preocupa.
Andreas asintió, luchando por disimular todo lo que sus palabras le afectaban. Quizás Jason no haya lastimado a Leslie físicamente, pero era claro en su mirada y actitud, como la había herido en su interior.
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El ocaso entre nosotros.
RomansaLeslie es una artista en auge que adora su libertad e independencia. Su mayor defecto es que cuando ama lo hace con tanta intensidad que no se da cuenta que a veces el amor también puede ser peligroso. Andreas es un doctor que sueña con formar una...