Capítulo XXXV

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A pesar de que Andreas llevaba muchísimo tiempo sin tomar vacaciones, casi dos meses de viaje había sido más que suficiente para él

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A pesar de que Andreas llevaba muchísimo tiempo sin tomar vacaciones, casi dos meses de viaje había sido más que suficiente para él. Solo con acercarse dos calles al hospital, el sonido de las sirenas comenzó a invadirlo casi como si quisiera darle la bienvenida a casa.

Cuando finalmente llegó a su lugar de trabajo, inhaló con fuerza aquella variedad de olores característicos que tanto había extrañado. Lo que para Leslie resultaba ser era un hedor insoportable, para él se sentía como gloria mezclada con el desinfectante clásico del hospital.

Desde que comenzó a desear una familia, su sueño fue establecerse en Bérgamo o algún suburbio similar que brindara tanta paz como aquella pequeña ciudad, no obstante, al volver a Nueva York, la duda comenzó a despertar en su interior. Estaba tan feliz de regresar, que solo pensar en volver a irse le ocasionaba un leve malestar.

Empapándose de cada olor, sonido y rostro familiar entró finalmente al edificio; tenía una misión que cumplir, ya luego quedaría tiempo para tomar decisiones importantes. Lo primero que hizo fue reportarse con su jefe para empezar a trabajar dentro de la próxima semana, manteniendo la esperanza de que, para ese momento, ya Jason estuviera tras las rejas al igual que Treviño.

Una vez resuelta su situación laboral, no perdió tiempo en buscar a Treviño; no obstante, cuando llegó a su oficina fue detenido por la secretaria del doctor quien le explicó que desde hace casi un mes el oncólogo se encontraba de viaje y no tenía ni idea cuando volvería, ya que no le contestaba las llamadas.

—La verdad, doctor Barbieri ya me estoy preocupando. El doctor Félix no es así, siempre contesta a cualquier hora y momento.

Le dijo la secretaria mientras presionaba varias veces el botón del bolígrafo, ocasionando un sonido bastante molesto.

—¿Y no le dijo a donde iría? ¿Qué hay de sus pacientes?

—No, no dijo nada. En cuanto a sus pacientes se encargó de referirlos a cualquier doctor disponible en el hospital, unas semanas antes de marcharse. Prometió que volvería, que le surgieron algunos problemas familiares y que no sabría cuando, pero que si lo haría..., ya pasó un mes y su teléfono esta desconectado, además, su esposa no contesta tampoco.

Andreas se restregó el rostro con ambas manos, cada minuto que pasaba se convencía más de que el doctor había escapado, seguro se encontraba en alguna isla del caribe con un mojito en la mano, disfrutando del dinero que obtuvo de estafas similares a las de Leslie.

La secretaria continuó expresando sus preocupaciones por un rato largo, aunque la mente de Andreas estaba demasiado lejos como para escucharla. Con sus pulgares recorriendo los dedos índice, pensó y pensó cuál sería su siguiente paso. No podía permitir que Treviño se saliera con la suya, lastimó a quien más quería y tenía que pagar de cualquier manera, incluso si era necesario cazarlo por todo el continente, el italiano se encargaría de ello.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora