Capítulo XL

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Los latidos de su corazón que tamborileaban en sus oídos era lo único que Andreas podía escuchar

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Los latidos de su corazón que tamborileaban en sus oídos era lo único que Andreas podía escuchar. El movimiento de los policías preparándose para la redada, el continuo ajetreo de armamentos y equipos pasando frente a sus ojos, las luces de las linternas quebrantando la oscuridad del bosque, todo resultaba muy abrumador.

—Tienes que seguir las instrucciones de los oficiales, Jason está armado y podrías ser su primer objetivo.

La voz de Sebastian lo trajo de nuevo a la tierra mientras lo ayudaba a colocarse un chaleco antibalas.

—Parece que tienes experiencia en esto —susurró, mientras observaba la experticia de sus movimientos, Sebastian se encogió de hombros.

—Críate con lobos y comenzarás a aullar, o como sea que diga el dicho —respondió con una sonrisa sincera—. En cuanto el equipo de reconocimiento dé la señal, saldrá el escuadrón. Nosotros iremos cuando nos indiquen que es seguro, recuerda, nada de estupideces, Andrew. Esto no es un juego, la vida de Leslie y la de cada uno de nosotros está en riesgo.

—Lo sé, me comportare.

Al cabo de unos segundos, entrada la media noche, el equipo de reconocimiento dio la señal por radio y tal como dijo Sebastian, el escuadrón emprendió el camino cuales sombras entre la maleza. Se encontraban a casi quinientos metros de distancia del lugar ocultos en la oscuridad del bosque, muy cerca de la vialidad principal.

El plan era llegar invadir la mansión a la mitad de la noche, sin que el secuestrador se diera cuenta de lo que le esperaba. La policía en conjunto con el FBI había montado un pequeño y discreto campamento para preparar a la comitiva para el ataque, a pesar de que era solo un adversario, no escatimaron esfuerzos para recuperar con vida a la víctima.

También, como había predicho Sebastian, el grupo contaba con una ambulancia lista a pocos minutos del lugar en caso de que se necesitara, nada podía salir mal, todo estaba cubierto.

El radio de uno de los oficiales que quedó en la pequeña carpa junto con los dos hombres cobró vida y la voz de un oficial anunció:

«Escuchamos gritos de una mujer provenientes de la mansión, solicitamos autorización inmediata para entrar.»

—Leslie.

La promesa de Andreas se quedó en el olvido.

Con solo haber escuchado la conversación de los oficiales, toda cordura se evaporó de su mente. De pronto, se encontró corriendo entre la maleza en dirección a la casa. Los gritos de Sebastian y los demás oficiales intentando detenerlo no significaron nada para Andreas.

En su mente, solo pensaba en Leslie. Imaginaba sus gritos, su desesperación y su terror miedo. Todos sus miedos nublaron sus pensamientos, lo único que le importaba era llegar con ella para acabar con tanto sufrimiento.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora