Capítulo III

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Sus sueños casi siempre eran caóticos, llenos de colores, ideas para plasmar e historias fantásticas, no obstante, disfrutaba cada uno de ellos, incluso las pesadillas que ocurrían esporádicamente; aunque esa noche no había sido el caso

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Sus sueños casi siempre eran caóticos, llenos de colores, ideas para plasmar e historias fantásticas, no obstante, disfrutaba cada uno de ellos, incluso las pesadillas que ocurrían esporádicamente; aunque esa noche no había sido el caso. Soñó con las palabras de Félix, repitiéndose una y otra vez, tal como sucedió en el hospital, el diagnóstico que el doctor le dio era incomprensible, sin importar cuantas veces se lo dijera, no entendía casi nada de lo que salía de su boca.

Se desperezó entre las sábanas, sintiéndose tan agotada como cuando se acostó; supo que sería uno de esos días en los que tendría que empujarse para cumplir con su agenda diaria, pero al menos, agradeció que aún respirara. Al abrir los ojos se encontró con la cálida mirada de Jason, quien estaba frente suyo al borde de la cama. No era normal que su novio se hubiera despertado antes que ella, y mucho menos, que estuviera arreglado con uno de sus mejores trajes para ir a trabajar.

—¿Madrugaste, muñeco? —preguntó ahogando un bostezo, Jason le acarició la mejilla con una cálida sonrisa.

—Félix me llamó hace unas cuantas horas, me contó sobre tus exámenes —le susurró, inclinándose un poco más hacia ella.

—Vaya, ¿dónde quedo la confidencialidad con el paciente? —masculló intentando incorporarse, un acto tan simple que le requirió de un gran esfuerzo, todo su cuerpo pesaba más de lo que recordaba.

—Cariño, es mi mejor amigo y te tiene mucho aprecio, está preocupado por ti, reaccionaste muy bien ante el diagnóstico y temé que no hayas entendido la seriedad del asunto —la sonrisa se evaporaba de su rostro a medida que cada palabra salía de su boca, sus ojos empezaban a tomar esa chispa lastimera que Leslie tanto empezaba a odiar.

—¿Qué quería?, ¿qué me pusiera a llorar como una magdalena en su consultorio?, ¿qué me tirara en el piso del sufrimiento?, no le daré esa satisfacción al maldito cáncer —masculló cruzando los brazos sobre su pecho.

—Félix solo quería saber si estabas bien, o al menos tan bien como aparentabas estar anoche..., no todos los días te dicen que puede que mueras pronto —sus ojos se tornaron vidriosos mientras buscaba tomarle la mano que mantenía apretada bajo sus brazos cruzados—. Sabes que estoy aquí para ti, ¿no? Lucharemos contra esto juntos, no nos vencerá...

Leslie apretó sus labios con fuerza, su mirada estaba clavada en las sábanas, odiaba llorar, odiaba sentirse débil y dependiente de alguien para apaciguar sus lágrimas, era por ello por lo que la mayoría del tiempo, hacia lo imposible por evitar entrar en esas vergonzosas situaciones.

—No debiste despertarte tan temprano por mí —murmuró, buscando la manera de cambiar el incómodo tema.

—¿Temprano?, cariño, son las once de la mañana... —Leslie abrió los ojos desmesuradamente, y de un salto, tomó su móvil que descansaba sobre la mesa de noche, al percatarse que Jason no mentía, sintió su corazón detenerse.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora