Capítulo X

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—Desde que me diagnosticaron, Jason ha cambiado mucho —murmuró casi en un hilo de voz, penetrándolo con esos intensos ojos azules—

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—Desde que me diagnosticaron, Jason ha cambiado mucho —murmuró casi en un hilo de voz, penetrándolo con esos intensos ojos azules—. Se ha vuelto, algo controlador.

—¿Controlador? —Andreas se acercó más a ella para no perderse ni un solo detalle de lo que tuviera que decir, a pesar de haber pasado casi una hora en su compañía, sentir sus manos entre las suyas y haber inhalado su dulce esencia floral, aun no podía creer que Leslie estuviera allí, frente suyo, que fuera real.

Todos los días que pasaron escribiéndose inocentes mensajes de amistad, había deseado verla en persona más que al aire que respiraba, tocar de nuevo sus manos, ver ese lindo hoyuelo en su mejilla y perderse en esos profundos ojos azules. Al encontrarla en el bar, pensó que había muerto en el camino y que se encontraba en algún tipo de paraíso, algo bastante dramático, sí, pero ¿quién diría que, de todos los bares en Nueva York, ambos visitarían el mismo?

—Si..., eh..., no quiere que salga de casa, me monitorea cada minuto y me hostiga para que no olvide comer o mis medicamentos.

—¿No has hablado con él al respecto? —lo que menos quería era darle un consejo para que su relación mejorara, hacerlo iba en contra de todo sentimiento que se arremolinaba en su interior por ella, sin embargo, entendía que al igual que él con Lucilia, quizás ella lo amaba y lo menos que deseaba era interferir en una relación que tal vez tenía futuro.

—Si, pero..., no ha funcionado —de nuevo, sus ojos volvieron a él—. Te voy a contar todo, pero prométeme que no te inmiscuirás en mis asuntos, ¿está bien? —asintió, intrigado por la seriedad en su rostro—. Jay..., se ha vuelto algo violento, bueno ambos.

—¿Algo? —Andreas luchó con todo su ser para no dejarse llevar por la ira, no suponer antes de escuchar la explicación de Leslie, pero la verdad era que le estaba resultando bastante difícil no hacerlo.

Leslie se removió bajó la chaqueta que traía, dejando entrever una parte de su blanco brazo, manchas oscuras con la característica forma de una mano se extendían por su extremidad. Al percatarse de la mirada de Andreas, la chica se reacomodó la chaqueta lo más rápido que pudo.

—Solo ha sido algo brusco, no me ha golpeado ni nada por el estilo —se apresuró a decir con tono nervioso—. Yo he tenido la culpa en parte...

—¡¿Tú tuviste la culpa?! —gruñó, impactado por lo que estaba escuchando.

—Si, soy muy inconsciente...

¡ Dannazione, quel bastardo!* —exclamó exasperado bebiendo de un trago la última copa que había pedido e incorporándose, no sabía dónde encontrar a Jason, pero lo haría—. ¡Quando lo troverò lo ucciderò!*

Leslie se incorporó junto a él y le agarró por los hombros, intentando detenerlo mientras el continuaba vociferando en italiano mil y un improperios. La chica, aterrorizada y sin comprender ni media palabra de lo que decía, trataba de calmarlo de todas las maneras posibles, pero la verdad era que estaba poseído por la ira.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora