Capítulo XIII

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El viento le impactaba de frente, mientras que un atípico sol de invierno le calentaba el rostro

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El viento le impactaba de frente, mientras que un atípico sol de invierno le calentaba el rostro. Llevaba sus gafas negras favoritas, disfrutando del escaso tráfico de los suburbios; no acostumbraba a disfrutar del manejo, ni mucho menos conducir sin la capota de su viejo Porsche, pero era un hermoso día y se encontraba en una de las zonas más seguras de Nueva York como para perder la ocasión.

Sin embargo, disfrutaría más el trayecto si pudiera conducir más deprisa, hizo un leve puchero al ver la velocidad que llevaba, definitivamente estaba desperdiciando su motor. Mientras jugueteaba con el viento, a medida que manejaba distraída, recordó revisar su móvil.

No había mensajes nuevos, ni llamadas, algo bastante extraño. Hace ya tres días desde que había visto a Leslie, a pesar de ser mejores amigas no solían escribirse a diario, no obstante, alguna de las dos se ponía en contacto eventualmente. Es por eso por lo que Amanda le había escrito temprano esa mañana para quedar a ir por el brunch, sin embargo, no había recibido respuesta.

Sabía que quizás se hubiera quedado dormida, desde que enfermó sus horarios no son los mismos que antes, así que esperó hasta más tarde su respuesta, una que nunca llegó. Pensó que habría algo mal con su celular que le impidiera contestar, sin embargo, luego confirmo que Leslie si leyó el mensaje, solo que no respondió... ¿Por qué haría eso?, no, estaba en su naturaleza ignorarla, ni siquiera cuando estaban enojadas.

Quizás, estaba avergonzada por el espectáculo que se armó la última vez que se vieron. Leslie podría ser un alma libre, indomable tal vez, pero desde que conoció a Jason, se había convertido en una mujer recatada. Besar a un hombre teniendo novio y crear una escena fuera del bar, es algo que solo haría la antigua Les.

«No, no puede estar avergonzada conmigo, Les nunca se avergüenza por nada» meditó para sí misma prestando más atención a la carretera. Llevaba conduciendo desde hace unas horas, al principio por unos mandados pendientes y luego, solo para distraerse.

Solía hacer eso algunas veces, montarse en el coche y conducir por un rato en dirección a donde la carretera la llevara. Le ayudaba a pensar y a calmar sus pensamientos cuando estaba saturada, normalmente, Leslie se encargaba de eso, de escucharla y aconsejarla; sin embargo, desde que enfermó, su amiga había estado cada vez más ausente, incluso las noches de chicas eran un compromiso muy difícil de concretar.

Cuando se dio cuenta, se encontraba en el suburbio donde Leslie vivía. Tenía que ser una señal, su inconsciente, de alguna manera tenía que estar guiándola a su amiga. Decidió marcarle para avisarle que la visitaría, si estaba avergonzada, enojada o tuviera algún motivo para no responderle los mensajes, lo arreglarían; incluso si se tratara de que se sintiera muy mal como para tomar el celular, Amanda se quedaría con ella y le haría compañía.

El tono de espera timbró y timbró, hasta que se vio entrecortado, algo no estaba bien, Leslie jamás cortaba una llamada, usualmente dejaba que cayeran al buzón si no quería atender, pero nunca cortaba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, recordó lo que Les le había contado sobre Jason, su posesividad y autoritarismo.

El ocaso entre nosotros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora