Capítulo 18

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Por la noche mientras Antoni dormía le inyecté la primera dosis de HACOC, despertó inmediatamente pero Ali ya estaba conmigo para llevarlo al laboratorio y encerrarlo.

Lo hicimos.

Primera fase: Completada.

Está sufriendo el hijo de puta, por la tarde inyectaremos el HASSE, necesitamos qué cada una tenga su tiempo en hacer reacción.

No he dejado que Damon entre a mirarlo.

Ali ha cumplido con su parte del plan, los Rusos están preparados para el ataque contra ellos así que todo va excelentemente bien, como viento en popa a excepción de que Angela Klein viene para acá junto a Bernardo Mascherano.

Fue muy complicado inventar algo coherente sobre cómo lo habían capturado pero se logró.

Mahala tuvo que ir con ellos para que todo fuera "más fácil".

Antes de que se fuera hablé con él.

—¿Estás seguro que quieres ir?

Ya te expliqué, tengo que ir para que no sospechen.

—Lo sé, lo sé pero no quiero perderte.

—No lo harás la mia signorina.

—Cuídate, amore.

—Cuidate también, la mia bella.

Nos despedimos con un abrazo.

Y se fue.

Les dejó dicho a todos qué tenían que acatar mis órdenes porque yo soy su principessa, sin ellos a cargo yo tomo el mando.

Recibo a "mis tíos".

—Hola.

Angela me saluda de beso y evito hacer una mueca.

—¿Cómo qué capturaron a Antoni?  —Me pregunta su hermano en cuanto me mira.

—Sí... —Les relato lo que sucedió y parecen no creerme.

—¿¡Qué le hiciste!?

¿Qué mierda le voy hacer? Es el papá de mi hermano, mi papá.

—¿Tú lo entregaste Katherine? —Me pregunta Angela.

«Estúpidos.»

¿En serio creen eso? —Finjo tristeza—. Llevo su apellido por si no lo recuerdan, jamás haría algo que perjudique a los Mascherano.

Eso no parece convencerlos.

—Yo no soy Antoni, a mi no me puedes mentir o manipular. —Me toma del cuello ahorcandome.

Jodido imbécil.

—No intentaba hacerlo. —Le sonrío burlona.

Saca su arma apuntando mi cabeza, tomo un cuchillo que yacía en la mesa.

Cada vez aprieta más fuerte su mano sobre mi cuello.

Mierda.

La ex-teniente se nos viene encima tratando de separarnos.

—Cuando tu hermano regrese no le va a gustar nada saber que mataste a su princesita. —Le informa a Bernardo.

Principessa, no seas corriente. —La corrijo.

—No me importa, me lo agradecerá.

—De hecho no, te va a matar. —Le digo sonriente, con la poca fuerza que me queda.

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