Me levante dándome una ducha rápida para después colocarme un vestido negro corto, unas medias oscuras, unas botas largas de cuero y una gabardina del mismo.
Rachel me despertó para saber cómo amanecí y que ya íbamos a llegar, aproveché la levantada para mandar un mensaje a una florería cercana pidiendo unas cuántas rosas negras en mi honor, claro; pido que las manden a tirar en los alrededores la mansión.
Acaba de aterrizar el Jet en la pista, tenemos que ponernos en marcha hacía la mansión del italiano, tomo mi celular para enviarle un mensaje a Mahala mientras bajamos.
"Ya aterrizamos, haz lo que te pedí. Cuídense"
Siento un ligero mareo, veo todo negro.
—Deja eso, te vas a caer. —Escucho la voz de mi padre hablarme.
Sin embargo todavía no veo con claridad, carraspeo.
—Ajá.
Me quitan el celular de las manos.
—Que dejaras eso te dije.
Parpadeo volviendo a ver.
—Regresamelo.
—Ahorita, en la camioneta.
Lo ignoro mientras me subo en la parte trasera de la camioneta, se sube de copiloto y me tiende el celular. Rachel va con Rick en otra, nos ponemos en camino.
Bajo por completo las ventanas traseras dejando colarse el aire.
—Amargado.
—Amargada tú.
¿¡Por qué carajos no podía ver!? «Podrían ser efectos secundarios de la cura..»
—Algo tienes y me lo vas a terminar diciendo.
—No tengo absolutamente nada papá, deja el drama.
Rebusco en la bolsa que me entregaron, mi cinturón junto con mis dagas, encontrando todo a la perfección «Emma eres la mejor».
Siento un olor a comida dándome repulsión en instantes, haciéndome querer soltar una harcada.
«No vomites Katherine, no vomites». Debe ser porque no desayuné nada más que un café.
Cierro los ojos en busca de calma.
—Katherine ya llegamos, te quedaste dormida.
Abro los ojos como platos desorbitada «ésto ya me molestó», no pensaba quedarme dormida.
Tallo mis ojos bajandome de la camioneta con sumo cuidado, tomo mi cinturón, lo coloco en mi cintura y tomo las ametralladoras que me tiende el Vory.
—No deberías entrar, quédate aquí.
—Entraré, todo estará bien.
—¡Katherine!
Hago caso omiso a sus palabras y me adelanto observando a mi madre dar las indicaciones de entrada.
—Patrick dice qué deben haber alrededor de cien halcones y si no corremos con suerte también puede llegar gente de Lewis.
—No hay problema con ello. —Le informo yo.
Estamos muy bien equipados, todos hemos tenido entrenamiento de la FEMF, traemos unos cuántos Vorys así que no nos pueden joder.
—¿Está todo claro?
—SÍ teniente.
—Dividanse y entremos.
Conforme vamos avanzando logro observar las rosas negras en el suelo, un par de halcones a los cuáles les lanzo las primeras dagas que van directo a sus cuellos.
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Heaven and Hell
AcakNo soy una Morgan, llevo su apellido pero no su sangre, sin embargo, he sido la única qué desde que los conocí supo descifrarlos, que entendió su tempano de hielo y adoptó uno mismo. No es fácil ser una James; tener que soportar lo que conlleva... ...