4# Nueva

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Cristel sintió un grave dolor en su cabeza, al menos pudo confirmar que seguía con vida, su mente empezó a correr por todos los sucesos y lo que más le impactó no fue el león gigante o el aspecto cabruno de su amigo, fue el hecho de que su padre había muerto.

Una angustia llenó su pecho mientras su conciencia luchaba por recuperarse, imágenes borrosas llegaban intermitentemente, primero de Brian mirándole con preocupación, luego un extraño caballo frente a el y finalmente un tipo con aspecto de surfero guardando en la puerta de lo que parecía ser una habitación de hospital.

Apretó sus dientes cuando la conciencia fue recuperada por completo, su cuerpo se sentía fatal, y el dolor intermitentemente asaltaba sus nervios, la debilidad se hizo notable cuando apenas pudo ponerse sentado sobre la cama.

Se encontraba en una pequeña habitación de madera, parecía sacada de una cabaña de campo, aunque algo más cuidada y sofisticada, a su lado había un pequeño vaso lleno de un líquido del mismo color de la miel, sintiendo la necesidad de saciar su sed empezó a beber, nada más rozar su lengua un sabor inmenso a carne de ciervo a la brasa le llenó las papilas gustativas.

Guiado por sus instintos empezó a beber con más intensidad, sintiéndose mejor mientras lo hacía, antes de ser detenido.

Yo que usted no tomaría todo eso de golpe Señor Williams -dijo una voz calmada, serena y algo seria.

Cuando Cristel se giró vio a un señor de mediana edad, con pelo castaño rizado y una barba que le daba un aire sabio, montado en silla de ruedas.

¿Quién? ¿Como? -balbuceó Cristel, buscando su arco o cuchillo de caza por la habitación, sin resultado.

Todo a su tiempo, solo he podido venir rápidamente a cerciorarme de que esté despierto, permítase descansar un momento, sus heridas todavía no habrán sanado del todo -impuso el hombre, haciendo callar a Cristel, la serenidad del hombre le frustró cuanto menos.

Con un suspiro enojado se tiró en la cama nuevamente, tenía razón, sentía su costado arder como un hierro candente con cada movimiento, con curiosidad se quitó las sábanas que le cubrían, viendo una camiseta naranja chillón en la que se leía "Campamento Mestizo"

Preguntándose sobre el sentido del gusto de quien diseñara esa camiseta la levantó, viendo una capa de vendas desde la parte superior de sus costillas hasta la cintura, podía ver las gotas de sangre acumulada en ellas surcando la forma de cuatro garras, cada una con la anchura de tres centímetros.

Alzó su mirada, se sentía sobrepasado por todo lo sucedido, pero aquel lisiado tenía razón, descansar un momento, ordenar sus pensamientos y preparar las preguntas que quería hacer sería lo mejor.

Al final no hizo ninguna de las cosas que debería, quedándose a observar la luna ¿Cuanto tiempo habría pasado?

Tras quien sabe cuánto tiempo pudo ver cómo su amigo Brian, entraba en la habitación, con esas patas peludas al descubierto, solo portando una camiseta igual que la suya.

Yo, Criss, lo siento -dijo en voz baja mientras el chico se levantaba con dificultad.

No, no te disculpes, hay muchas cosas que necesito saber, pero sé que tu culpa no es -comentó mientras posaba su mano en el adolorido costado.

Bien, te llevaré con Quirón y el señor D, ellos podrán responder a la mayoría de tus dudas Criss -dijo Brian antes de guiar a Cristel fuera de esa habitación.

Una vez estuvo fuera el olor de la naturaleza hinchó sus pulmones, aliviando su nerviosismo parcialmente, pudo ver a chicos como el correr a lo lejos, y había algunos que tenían las mismas piernas de cabra de Brian.

Por la mente de Cristel pasó la idea de que podían ser sátiros, pero le pareció una ridícula idea, casi tan ridícula como un león del tamaño aproximado de un elefante.

¿Sátiros? -murmuró mientras se dedicaba a observar el resto de aquel lugar, edificios desperdigados por el gran valle, todos ellos con aspecto griego, pero como si ignorasen el paso del tiempo, tan pulcros como si hubieran sido finalizados hace pocas horas.

Brian se giró y vio a Cristel antes de contestar- si, hay muchas cosas que tienes que saber, pronto te enterarás - se dejó guiar por el sátiro hacia una casa de dos pisos con un porcje bien cuidado, allí el hombre en silla de ruedas y otro señor jugaban a las cartas.

Oh, veo que despertaste, hay muchas cosas que necesitas saber, por favor siéntate -dijo el hombre en silla de ruedas, Cristel obedeció, curioso por saber lo que supuestamente debía conocer.

Bien, Cristel, conoces las historias sobre dioses y héroes que se contaban en los tiempos griegos ¿No? -cuestionó el hombre mientras observaba a Cristel, el muchacho asintió viendo a el hombre, deseoso por saber a dónde iba.

Pues, déjame decirte, los dioses son muy reales, y ahora se hayan en estados unidos, esto se debe a que siempre se han ido moviendo, siempre siguiendo el centro de la civilización occidental. Por supuesto y tal y como en los mitos, los dioses siguen teniendo descendencia con los humanos, así nacen los semidioses, como es tu caso. Los monstruos como aquel león de ven atraídos por vuestro olor, y este, por fortuna es uno de los pocos sitios completamente seguros para un semidiós -relató el hombre, viendo el rostro de Cristel pasar por varias emociones.

Bien... Teniendo en cuenta que me crea todo esto -murmuró casi más para si mismo- ¿que hay de mi padre? ¿Sabía todo?

El hombre se sorprendió por la pregunta, y antes de responder el otro señor se le adelantó.

Emanaba un olor a vino y a uvas recién recolectadas, portaba una camisa hawaiana con un estampado atigrado que no hacía mucho favor a su figura, y su pelo y barba estaban despeinados.

Descubre que seres increíbles existen y esto es lo que primero se le ocurre preguntar -se quejó mientras barajaba sus cartas.

Antes de que Cristel pudiera soltar una palabra mordaz contra el rechoncho hombre, el lisiado habló.

Si, tu padre y madre adoptivos sabían sobre esto, fue esa la principal razón por la que el viaje de caza fue hacia long island, tu padre vio al león y quiso llevarte al lugar más seguro del que tenía constancia -explicó mientras veía como los tensos músculos de Cristel se relajaban.

El hombre rechoncho distraídamente hizo aparecer una copa de vino en su mano, y cuando estuvo a punto de beber el lisiado habló.

Sr.D sus restricciones -dijo deteniendo en seco al otro hombre, ahora conocido como Sr.D.

Es verdad, mi padre adora castigarme, en serio -se quejó mientras en su lugar aparecía una lata de coca cola en su mano.

D, tigre y vino... ¿Tú eres Dionisio! -cuestionó descaradamente al dios, del cual pareció exudar un olor más fuerte al escuchar hablar al niño.

Usted es Dionisio -corrigió mientras bebía- y si niñito, soy yo -murmuró de mala gana.

Entonces ¿Quién es mi padre divino? -cuestionó al hombre lisiado quien sonrió tristemente.

Eso por el momento solo lo podemos teorizar, en un futuro lo podremos saber, si es que tú padre o madre te reclama -dijo el hombre- me voy a levantar -comentó casualmente-

Cristel pensó que era una broma hasta que vio como la realidad se deformaba ante sus ojos, de lo que ahora parecía una caja con ruedas empezó a surgir el torso de un caballo al completo, de pelaje blanco y crines amarillentas, una belleza de animal, aunque donde debería haber estado la cabeza estaba aquel hombre.

Cristel empezó a recordar los mitos que había estudiado en clase, un centauro, quien entrenaba a los héroes griegos y semidioses- usted es Quirón.

Así es joven Cristel, yo soy Quirón, director de actividades del campamento mestizo -dijo con una sonrisa calmada en su rostro.

Luna nueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora