32# Descanso

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-"A medias"- Musitó Cristel ante la mirada crítica de Artemisa -"Hay mucho que he de contarte"-

Durante los siguientes minutos, Cristel le explicó todo lo sucedido en España durante aquellos seis meses en los que estuvo incomunicado con Estados Unidos.

Tras aquella explicación, Cristel hizo aparecer las navajas plateadas en sus manos, y lentamente el tatuaje desapareció de su brazo.

Artemisa tomó suavemente las dagas de las manos de Cristel, mirando y sintiendo las armas en sus manos.

Asintió antes de devolverle las armas a su hijo, acariciando la cabeza del mismo, despeinando su ahora largo y descuidado cabello.

-"Ya veo"- Dijo tras unos momentos, antes de mirar la petaca que colgaba del pantalón de Cristel y alzar una ceja inquisitiva.

-"Ahm, si, vale... «¿Cómo le explico yo que es cerveza?» Los celtas tienen su equivalente al néctar nuestro... Solo que tiene alcohol"- Musitó, mirando hacia otro lado mientras esperaba el endurecimiento de su madre.

-"¿Me estás diciendo que llevas bebiendo cerveza seis meses?"- Cuestionó extrañamente tranquila, Cristel midió sus palabras, pensando en que decir para no meter la pata hasta el fondo.

-"Solo cuando era necesario"- Intentó justificar, juró sentir la afilada mirada de su madre, antes de ser envuelto en un abrazo.

-"Está bien, te creo... Aunque supongo que querrás preguntarme algo ¿No?"- Preguntó Artemisa, viendo a Cristel, quien lentamente asintió.

Cristel recordó todo lo ocurrido en el mar de los monstruos, pero si hubo algo que pegó fuerte en él, fue aquello.

-"Lo que me contó Eris, su pasado y la marca en su brazo ¿Realmente me dijo la verdad?"- Preguntó esperanzado de que fuera una mentira, no era capaz de ver a su madre haciendo aquello.

La mirada de arrepentimiento de Artemisa fue lo suficiente cómo para que Cristel se sintiera horrorizado. Artemisa alzó suavemente su mano y acarició la mejilla de Cristel.

-"Diana es muy diferente a mí, su odio hacia los hombres está mucho más arraigado que el de cualquiera de mis cazadoras o yo misma, al descubrir que aquel niño era su descendencia... Bueno, no reaccionó bien"- Admitió bajando la cabeza ante su arrepentimiento, emitió un suspiro, solo encontrando la desconcertada mirada de su hijo.

-"¿Pero no se supone que Diana también es la patrona de los niños?"- Rebatió Cristel, viendo una nueva formarse en el rostro de su madre, antes de suavizar su rostro nuevamente.

-"Lo siento, no es un tema que me guste tratar, pero solo quiero que sepas que no está nada perdido con Eris"- Dijo Artemisa finalmente, viendo cómo su hijo de notaba confuso.

Cristel asintió aún aturdido, intentando analizar toda la conversación, quería hacer más preguntas, pero ninguna llegaba a su mente, siendo incapaz de formular nada.

Artemisa miró hacia el cielo, hasta ese momento Cristel no notó que había una parte transparente, que permitía observar el cielo estrellado.

Su mente dejó de lado sus pensamientos y se dedicó a buscar cada constelación del cielo, y allí se alzaba imponente, cómo un coloso entre los demás, la constelación de Orión.

-"Orión, fue un buen amigo mío"- Dijo Artemisa con suavidad, parecía notablemente relajada, al igual que el joven semidiós -"Algún día te contaré su historia, pero por el momento deberías dormir"-

Cristel asintió, notando por primera vez el cansancio real, no por realizar una actividad física, si no por no haber podido dormir en todo el tiempo que llevaba huyendo del berserker, un par de días a lo sumo.

Luna nueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora