14# El Hospitalario

26 3 0
                                    

Los cuatro chicos sintieron nervios y ansiedad ante la situación, no entendían como habían estado cinco días enteros allí, pero lo habían estado, y ahora tenían tan solo un día para recuperar el rayo maestro y el fuego primigenio en el inframundo, y después regresar a nueva York.

Sin darle muchas vueltas Cristel paró un taxi, y se subió, los demás entendieron lo que quería y se subieron, Cristel había optado por tomar el asiento delantero, mientras que Percy y Annabeth estaban en una puerta cada uno, con Grover en el medio.

¿A donde les llevo? -cuestionó el taxista ante la vista de cuatro niños sin un adulto acompañándolos.

"A los ángeles por favor" -pidió el de ojos plateados antes de que el conductor alzara una ceja en dirección al chico.

"¿Si sabes que esto no es gratis?" -preguntó mientras veía a Cristel con un rostro de incredulidad.

El de ojos plateados sacó la tarjeta de crédito de su bolsillo antes de enseñársela al taxista- "¿Acepta tarjeta de casinos?"

"Bueno, puedes probar en el lector" -el taxista señaló la máquina y Cristel la pasó, inmediatamente los números empezaron a pasar por esta, primero cientos, luego miles, después millones, y así sucesivamente hasta que se marcó el símbolo de infinito acompañado del símbolo de dólar.

Los ojos del hombre se ensancharon antes de asentir nerviosamente- "si su majestad, en seguida le llevo a Los Ángeles" -y de ahí el viaje comenzó. El coche no bajó nunca de los 250 kilómetros por hora, una velocidad más que sorprendente para ese coche, Cristel en más de una ocasión dudó si realmente iba a aguantar el motor hasta Los Ángeles.

Afortunadamente así fue, terminando todos en la playa de Santa Mónica, un lugar que olía a alcohol y fiesta, propia de los surferos que se encontraban a pocos metros de ellos, aunque pasaban por completo de la presencia de los semidioses y sátiro.

"¿Que hacemos aquí?" -Cristel estaba confundido, habría sido mejor opción ir hacia las calles principales, y de allí buscar alguna pista.

"Poseidón dijo que quería hablar con Percy" -Señaló Annabeth mientras el joven pelinegro se adentraba lentamente en el océano, Cristel optó por encogerse de hombros mientras veía a su amiga y el sátiro sentarse en la tierra.

"Voy a ir por algo de beber, no tardo nada" -comentó mirando una cafetería que estaba a unos veinte o treinta metros de la salida de la playa.

"Bien, pero date prisa, y tráeme un solo con hielo" -Annabeth miraba a la playa mientras hablaba, y Cristel asintió antes de dirigirse a la cafetería.

Entró en ella, sintiendo un agradable olor a café y ¿Cereales? Decidió ignorar su extrañeza mientras se dirigía al mostrador, pensando en que pedir para si mismo, normalmente tomaría un irlandés, un placer culposo que había ocultado de todo el mundo, aunque no estaría muy bien visto que un niño tomara una bebida alcohólica por muy diluida que estuviera.

"¿Que va a desear?" -preguntó una mujer en el mostrador, sus ojos de color trigo observaban a Cristel con un oculta curiosidad.

"Si, perdón" -respondió el chico saliendo de su trance antes de hablar nuevamente- "me gustaría tener un capuchino y un solo con hielo para llevar, por favor"

La mujer asintió tecleando un par de cosas antes de asomarse por el lado de la máquina registradora- "¿Estaría interesado en tener una de nuestras barritas de cereales? Van por cuenta de la casa"

"Claro ¿Por qué no?" -estuvo de acuerdo Cristel, pagando con tarjeta el importe de las dos bebidas y recibiendo en mano las barritas, no eran de ninguna marca conocida, en cambio solo tenían un símbolo una hoz acompañada de una rama de trigo, símbolo que ya había visto antes, en la cabaña de Demeter.

Luna nueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora