El ambiente de aquella mañana era más sombrío que el de el anterior, Cristel hizo un buen trabajo ocultando sus preocupaciones, aún así un nudo en su garganta amenazaba con arrancarle las lágrimas.
Una vez terminó el desayuno quiso ponerse en pie de inmediato, necesitaba distraerse haciendo algo, y sabía que el tiro con arco no sería suficiente. Necesitaba internarse en el bosque que rodeaba el campamento, quizás ocultarse durante unas horas.
—"me gustaría dar la bienvenida a las cazadoras de Artemisa"— Fue Quirón quien habló, poniéndose en pie —"No hagan su estancia aquí muy difícil. Y prepárense para el captura la bandera de esta noche"—
—"¿El capturar la bandera no tocaba pasado mañana?"— Preguntó confuso el semidiós a Jake, quien asintió lentamente.
—"Teóricamente, pero siempre que vienen las cazadoras hay uno entre cazadoras y campistas"— Explicó el hijo de Apolo mientras estiraba su espalda.
Antes de que se diera cuenta había terminado en frente de una mesa con un mapa del bosque.
—"¿Quién podría encabezar el ataque?"— Preguntó Malcolm, un hijo de Atenea.
—"¡Yo!"— Afirmaron al unísono Percy y Thalía, mirándose entre si con cierta rabia.
Cristel ignoró la discusión que estaban teniendo y miró el mapa, tras unos momentos alzó su mirada con calma.
—"Si lo que tenemos pensado es correcto, creo que podría al menos disminuir el número de efectivos e incluso tomar la bandera"— Musitó mientras trazaba con su dedo un suave recorrido por el mapa, dando toques en los puntos que creía que tenían la bandera.
—"Tiene sentido, entonces tendremos dos equipos de ofensiva, uno con Cristel y otro con otros semidioses. Luego podríamos poner a un pequeño grupo de semidioses bordeando el río, y a los tres restantes dejarlos como guardias de la bandera ¿Os parece bien?"— Preguntó el hijo de Atenea, analizando con sus turbulentos ojos grises.
Cristel asintió en silencio, eso sería lo mejor que podrían sacar teniendo en cuenta que su rival sería una unidad mucho más coordinada que la suya.
—"Si eso es todo, me voy a dar un paseo, os veo luego"— Comentó mientras se daba la vuelta, aquel nudo no abandonaba su garganta, aferrándose desesperadamente a su preocupación.
Antes de que nadie pudiera decir nada se marchó corriendo, sintiendo como en la soledad en la que se empezaba a internar las lágrimas ya no eran contenidas.
Su camino fue largo, avanzando durante largo tiempo, casi media hora sin detenerse en su camino.
Finalmente se sentó en una piedra del suelo y empezó a sollozar en soledad, con los rayos del sol acariciando su pálida piel.
Necesitaba llorar, sacar esa pena que le corroía el alma y volver a concentrarse, avanzar, solo así podría ayudar.
En algún lugar del monte Tamalpais, el cielo se cernía sobre una chica de doce años, que lo sujetaba a la desesperada.
Eris miró a la diosa aparentemente impasible, hasta que le dejaron a él solo en aquel lugar, donde se sentó en un tronco que había derribado anteriormente.
—"Van a venir a por tí"— Dijo, dejando que sus palabras flotaran con el viento, fue recibido por la ira de Artemisa, y eligió suspirar, volviendo al silencio.
Hizo aparecer en sus manos aquella espada, no era ni griega ni romana, parecía una mezcla de las dos culturas, era aquel arma que le llevaba acompañando más de medio año.
Levantó aquel arma, viendo el filo unos momentos antes de hacerla desaparecer —"Seguramente Cristel sea uno de ellos"— Murmuró dejando caer su cuerpo un poco hacia atrás —"Una idea casi suicida"—
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Luna nueva
FanfictionEl icor, la sangre divina, que en contadas ocasiones es una fuente de vida, de nacimiento.