46# ᚨᛈᛟᛚᛟ

22 2 0
                                    

El palacio de Hefesto era un espectáculo, caótico, pero un espectáculo a fin de cuentas.

Había dispositivos mecánicos por todas partes, animales, armas, autómatas humanoides. Cualquier cosa que se le ocurriera, allí estaría.

—"¡Hefesto! ¿Estás en casa?"— Llamó el dios del sol, asomándose por una puerta.

El sonido de un mecanismo chirriante hizo a tío y sobrino girarse, encontrándose al dios de la forja manchado de grasa de arriba a abajo, limpiándose las manos con un paño.

—"¿Te cansaste finalmente de estar de fiesta?"— Preguntó el dios cojo, caminando a paso aparentemente tranquilo, era difícil de saber con los chirridos que producía la abrazadera que tenía en la pierna.

—"Había que cuidar del sobrino"— Contestó Apolo casualmente. El dios herrero se acercó al dúo, mirando a Cristel.

—"Bueno, veré qué puedo hacer para el brazo, aunque para el ojo tengo algo que hice hace unos meses"— Habló, dirigiéndose hacia el taller que había tras una puerta a la derecha de la entrada.

El sobrino de Apolo miró a su tío con cierta confusión, recibiendo una palmada en la espalda.

—"No te preocupes, Hefesto es un buen tipo, solo no se le dan bien las personas"— Explicó el dios del sol con una amigable sonrisa.

Cristel asintió, siguiendo a paso acelerado a los dioses, tropezando ocasionalmente al perder el equilibrio.

Cristel era una persona de montaña, adoraba la idea de perderse caminando por los bosques, simplemente pasar los días allí, sin preocuparse por nada, en la naturaleza.

Pero incluso él tenía que admitir que aquello era maravilloso, Hefesto prácticamente había creado un hábitat artificial a base de bronce, maña e ingenio. Había aves de todo tipo, incluso animales del mundo mitológico.

Al lado de las piernas del joven pasó un perro que le llegaba a la cintura, era un galgo, su piel de metal relucía con el brillo que entraba a través de las ventanas, y que Apolo emitía.

Hefesto dió un silbido agudo, que bastó para que el animal saliera corriendo, metiéndose entre montañas de inventos.

—"Una cosa menos, ahora ven, tengo que medir un par de cosas para ponerme a trabajar"— Ordenó el dios Herrero, Cristel obedeció, acercándose a Hefesto.

Las manos de Hefesto tomaron el brazo de Cristel, observándolo detenidamente durante unos segundos, antes de soltarlo.

—"Bien, eso ya estaría"— Comentó antes de ver al galgo de antes venir con algo en su boca.

Apolo se mantuvo observando de lejos el proceso, había visto a Hefesto trabajar un par de veces, por lo que no estaba preocupado por Cristel, lo que le preocupaba era su cartera.

Hefesto tomó lo que el galgo tenía en su boca, era una esfera de bronce prácticamente uniforme, aunque Cristel no la podía reconocer bien.

—"Te va a molestar un poco"— Avisó Hefesto, Cristel asintió silenciosamente, viendo cómo aquella esfera se aproximaba a su punto ciego.

Molestar fue poco, sintió como si fuera electrocutado desde su columna hasta su cuenca del ojo.

—"Parpadea"— Ordenó Hefesto. Sin mucha opción, el hijo de Artemisa parpadeó con fuerza, sintiendo el roce de algo metálico en su cuenca izquierda.

Cristel se giró hacia Apolo, aliviado de no tener que quedar tuerto eternamente.

El dios del sol le mostró un pulgar en alto, feliz por el joven pelirrojo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 15, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Luna nueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora