5# Anochecer

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Cristel se quedó maravillado ante su visión, sus ojos vagaban con rapidez mientras veía al Centauro ante el.

"Woah" -fue lo único que pudo decir mientras miraba a Quirón.

"Brian" -llamó el centauro mientras su amigo se acercaba nerviosamente- "¿Puedes darle eso a Cristel?" -cuestionó con amabilidad mientras el Sátiro asentía dirigiéndose a todo lo que daba al interior de aquella casa.

Tras menos de un minuto Brian salió de la casa con lo que hizo a Cristel abrir sus ojos de la sorpresa, su arco y flechas estaban allí, pero ahora despedían un brillo broncíneo.

"Los originales fueron destrozados por el león" -dijo Quirón mientras Cristel tomaba el arco y se colocaba el carcaj- "pero lo mandé a reforjar con bronce celestial. El único material que puede matar a monstruos" -explicó Quirón.

Cristel asintió, un poco más reconfortado al recuperar algo suyo en aquella situación de locos.

"Y Brian, el consejo lo ha considerado un éxito, puedes ir por tu licencia" -dijo Quirón palmeando la espalda del chico que no pudo evitar sonreír antes de salir corriendo, sin dar explicación alguna al confundido Cristel.

El centauro vio el rostro de Cristel y decidió explicarle- "los sátiros son sirvientes de pan, un dios desaparecido desde hace milenios, actualmente la gran mayoría se prestan a buscarle, y para poder hacerlo tienen que tener éxito en traer a salvo a un semi dios al campamento".

Cristel asintió, quizás un poco dolido, pensando que Brian solo le había usado para catapultarse y lograr su objetivo, aún así se alegraba por el.

"Ahora ven muchacho, hay muchas cosas que tienes que conocer" -dijo Quirón mientras salía del porche, agachando su cabeza para no chocar contra el techo.

Cristel vio a su alrededor un momento, observando las criaturas de la mitología griega a las que ahora por fin les podía poner nombre, sátiros, náyades, Alseides y Aulónides, todos ellos junto con gente de su edad y algo mayores.

Cristel se dejó guiar por Quirón a través del campamento, vio un campo de fresas en el que los sátiros tocaban sus flautas de pan y algunas personas las cuidaban a la vieja usanza.

Más adelante vio lo que tenía pinta de ser la forja, una chimenea humeaba mientras escuchaba el sonido del metal golpear contra metal.

Tras la forja Quirón le mostró el campo de tiro con arco, una amplia explanada a las afueras del campamento, con al menos una veintena de dianas puestas en fila, pudo ver a un grupo de muchachos de piel tostada, en su mayoría rubios y de ojos azules competir. Y por lo que pudo apreciar Cristel tenían muy buena puntería.

El tercer espacio de su ruta fue un gran teatro de estilo grecorromano, podía admirar en las columnas y paredes grabados de diferentes mitos, pudo apreciar los doce trabajos de Heracles, el asesinato de pitón a manos de Apolo, o la muerte de Orión por una flecha de Artemisa.

Se paró a mirar las esculturas de el teatro, viendo representaciones de los doce dioses olímpicos, deteniéndose apenas un instante más en la escultura de una mujer con un vestido griego que le llegaba hasta las rodillas, de pies descalzos y un arco en sus manos.

Tras aquella pasada vio a unos chicos cantando en el teatro, canciones que databan de los noventa.

"¿Te gustaba la clase de mitología?" -preguntó Quirón viendo a Cristel, quien parpadeó un par de veces saliendo de su pequeño trance.

"¿Eh? Si, era la única en la que sacaba notas decentes" -comentó viendo al centauro, que asintió con satisfacción.

"Al menos ya hay menos cosas que explicarte" -dijo con cierto alivio mientras guiaba al joven.

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