15# Inframundo

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-"Aquí estamos" -Gruñó el de ojos argentos, viendo la puerta que se alzaba sobre ellos, era el típico estudio de cine, claramente para cualquier mortal, pero para ellos era la puerta al inframundo, literalmente.

Los cuatro entraron, viendo una escena de lo más lastimera, personas en un estado deprimido mirando al suelo, parecían en su mayoría estar al borde del llanto, sus pieles semi transparentes solo lo hacía más lúgubre.

Percy fijó su atención en quien se encontraba en un mostrador al fondo de la recepción, era un hombre musculoso que utilizaba un traje de seda italiana completamente negro, sus ojos estaban ocultos bajo un par de gafas de sol, aunque se dieron cuenta de que les observaba con duda.

-"Vaya, muchos de golpe"- Murmuró en griego antiguo mientras les observaba acercarse, alzó una ceja al verla confianza de los chicos.

-"Hemos muerto, nos gustaría ir al inframundo"- Dijo el hijo de Poseidón con nervios, Cristel pudo sentir un olor a alga proveniente del cuello del chico, definitivamente tenía que buscarle un perfume.

-"Vaya ¿ni un 'esto no me puede estar pasando', ni un grito de terror? Esto es nuevo, pero no me quejo"- Afirmó el del traje italiano mientras se apoyaba en el mostrador, mirando a los chicos -"¿Y bien? ¿Cómo habéis muerto?"- Cuestionó mientras observaba a los muchachos con cierta sospecha.

-"bueno, estábamos bañándonos"- Empezó a relatar, Annabeth parecía a punto de clavar un cuchillo en el cuello del joven semidiós por su mal contada mentira.

-"Para ahí un momento ¿Todos os estabais bañando en la misma bañera?"- Cuestionó, su voz dejó caer la duda y la leve hostilidad.

-"En realidad no, señor... Caronte, yo estaba practicando caza cuando una bala perdida que falló en un venado me aterrizó"- Explicó el de pelo castaño, intentando darle credibilidad a por lo menos su historia. Se disculpó mentalmente con sus amigos, pero quería pasar cuanto antes.

-"Si, y bueno, en nuestra casa hay bañeras muy grandes, y con lo cara que está el agua no podemos permitirnos llenarla tres veces. El caso es que cuando nos estábamos bañando se cayó el secador de pelo que teníamos enchufado para luego"- Percy tartamudeó en varias partes de su relato, aún así parecía ser relativamente convincente, para un niño de tres años claro.

Caronte pareció satisfecho de que Cristel le reconociera, aunque con el relato de Percy y ver a los cuatro juntos dedujo por consiguiente la situación -"No estáis muertos"- Murmuró peligrosamente a los semidioses, los muertos que había a su alrededor empezaron a alterarse lentamente, Caronte parecía tener un aura divina a su alrededor -"Marchados ahora que estoy de buen humor todavía"-

Una sonrisa traviesa se coló en los labios de Cristel mientras abría su mochila, sacando la bolsa de Dracmas -"Podemos hacer que ese humor mejore mucho"- colocó su mochila nuevamente en su espalda, Caronte vio con deseo los dracmas antes de girarse hacia Cristel.

-"¿Crees que me voy a vender por unos pocos dracmas? ¿Cuántos hay por cierto?"- Cuestionó con avaricia en su voz. El de ojos plateados sonrió al haberlo manipulado, hasta que Percy puso sus propios dracmas en la mesa.

-"muchos, y aún más pueden ser tuyos si aceptas"- Caronte cedió mientras salía del mostrador, tomando las bolsas de Dracmas.

-"Bien, seguidme, y daos prisa"- Proclamó mientras apartaba algunos fantasma, murmurando maldiciones en griego hacia los espíritus, que desesperados intentaban aferrarse a el barquero del inframundo.

Caronte embutió a los cuatro adolescentes en un ascensor, en el cual entró él mismo, pulsó un botón y de repente un mareo surgió en la boca del estómago de todos, el ascensor no subía ni descendía, se movía lateralmente.

Luna nueva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora