11# Madre

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"¿Has robado un coche alguna vez?" -preguntó sorpresivamente Adalia, viendo un parking que tenían cerca, Cristel negó con la cabeza, y la de ojos rojos sonrió- "¿Te gustaría hacerlo?"

Cristel no tuvo conciencia de lo sucedido, hasta que se vio a si mismo en el asiento de pasajero, mientras Adalia hacia un puente en el coche arrancándolo- "Bien, te puedo dejar en las vegas, esa es mi última parada, por cierto ¿Que vas a hacer a los ángeles?"

"¿Conoces el mito de prometeo? Pues alguien robó el fuego primordial que ardía en el olimpo" -explicó Cristel, mientras Adalia encendía la radio y pisaba a fondo, sintiendo el viento en el rostro de ambos, y a lo lejos el rugido del león, que no parecía muy feliz.

"No sé si te sonará a tí, pero alguien ha raptado a Idhun" -comentó Adalia, siendo interrumpida por el pequeño Cristel, mirando hacia atrás nerviosamente en ocasiones- "¿La guardiana de las manzanas que vuelven inmortales a los dioses? Entonces de empezarán a pudrir sin remedio"

"Bingo, y como puedes comprender ese es un problema gordo, sobre todo ahora" -dijo, murmurando la última parte, Cristel decidió no preguntar, mientras veía a la chica. Adalia se entretuvo mirando la carretera vacía, acelerando a los doscientos treinta kilómetros por hora, una velocidad sorprendente para el coche en el que iban montados.

"¿Que es esa música?" -preguntó Cristel mirando a la radio, para sus oídos eran tan solo gritos y balbuceos sin sentido. Adalia tuvo que ver su rostro de desagrado porque le miró con ofensa antes de hablar.

"¿Como es que no conoces a system of a down? Te falta cultura niño" -dijo la chica decepcionada, Cristel se encogió de hombros, el nunca había optado por canciones ni grupos de ese estilo, era más fan de grupos al estilo de los irish rovers, o también canciones basadas en mitología, no canciones en las que lo entendía nada hasta que leyera la letra.

"¿Te importa que me eche una cabezadita?" -preguntó a Adalia, que respondió negativamente, Cristel entonces se acomodó con la cabeza en la ventana y cerró sus ojos, dispuesto a dormir al menos unos minutos.

No tardó mucho en conciliar el suelo, aunque cuando lo hizo no fue lo mejor que pudo haber soñado, o si, depende de que parte del sueño le tocara pensar.

Su respiración en el mundo onírico estaba alterada, corría por un bosque de árboles podridos y muertos, que en vez de hojas tenían insectos venenosos. Tras un tiempo corriendo su cuero cayó como peso muerto, mirando hacia un tronco frente a el. En este había en pose de crucifixión una chica de no más de trece años, de pelo castaño rojizo (que se asemejaba mucho al pelo que tenía de bebé) y ojos plateados, retrocedió en cuanto aquel cuerpo alzó la mirada penetrante, quería girarse, pero no era capaz

"¿No querías conocer a tu madre? Denada" -dijo una voz a sus espaldas, aquel misterioso hombre de nuevo, dirigiéndole una cruel sonrisa, que lentamente se fue difuminando junto con el sueño.

"¿Holaaaaa? ¿Hola? ¿Seguro que la conexión funciona bien?" -se preguntó una voz, mientras Cristel bailaba en la imagen anterior y una sala que ya conocía.

Cristel cayó en un suelo de mármol aparatosamente, viendo bebidas desperdiciadas en el suelo y restos de aperitivos (posiblemente a causa de su caída) no terminaba de entender bien como funcionaba eso, pero lo aceptó, no tenía ganas de hacerse preguntas en su situación.

"Aterrizaje cuestionable, le doy un seis" -diría la voz de Apolo, Cristel quiso darle una buena colleja, pero se contuvo, la idea de terminar muerto no le hacía gracia.

Cristel se levantó quejándose en voz baja mientras se sujetaba la espalda, se sentía casi tan molido como cuando el león de Nemea le sacudió hace un par de semanas- "estoy bien, gracias por preguntar tito" -dijo irónicamente, mientras a sus espaldas el dios de reía.

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