15. Happy Ending (+18)

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Ya ha pasado poco más de tres semanas desde el cumpleaños de mi abuelo

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Ya ha pasado poco más de tres semanas desde el cumpleaños de mi abuelo. Regresamos un día después de la fiesta.

Después de la noche tan cansada que tuve con Bastian luego de la fiesta, me desperté pasada la hora del almuerzo y esa tarde solo tuve tiempo de salir comer con mi abuelo, mis padres y Bastian.

Amanecí muy adolorida de mis músculos, no me quejo.

En éste tiempo, Bastian y yo hemos salido con mis amigos, hemos salidos a bailar, y hemos quedado en su casa o en la mía, donde miramos películas, comemos algo dulce y dormimos abrazados.

No siempre hacemos el amor, ya que sabemos demostrarlo de diferentes maneras.

Hemos aprendido a tener un amor inocente, al punto de bañarnos juntos y solo jugar con el shampoo, a dormir desnudos o a que nos paseemos por la cocina del otro con solo una camisa o un pantalón de algodón puesto.

Pero también hemos aprendido a gemir en el oido del otro, a satisfacer el deseo que carguemos encima, a movernos como si ya nos conociéramos de toda la vida, y nuestros cuerpos han aprendido a complementarse.

Es demasiado perfecto, y aveces lo perfecto es malo, y acostumbrarse a eso es mucho más malo.

Prefiero no seguir pensando en eso.

Hoy es un día normal en la clínica.

Bastian y yo vamos camino a la cafetería, justo cuando escuchamos gran alboroto en la entrada, en recepción.

—¡Doctor, Rápido!— se escucha la voz de Renatta y Bastian sale corriendo conmigo detrás de él.

Varios enfermeros y enfermeras más corremos y luego todo se vuelve un caos.

Es una mujer embarazada, con mucha agua entre las piernas y al parecer el su esposo viene con ella.

Rápidamente los enfermeros la ponemos en una silla de ruedas y cuando me doy cuenta ya tenemos puesta ropa de quirófano y la chica ya está acostada en la camilla mientras Bastian monitorea las contracciones.

Nunca había atendido un parto y me lleno de emoción pero también miedo.

Recuerdo que llevaba hambre cuando me dirigía a la cafetería con Bastian, pero ahora no hay ni una seña de eso.

Bastian se mueve con toda seguridad en lo que hace, sus manos de mueven con mucha agilidad y exactitud.

No veo ni una pizca de duda ni nervios en lo que hace y yo solo obedezco monitoreando cada cuanto tiene contracciones la paciente.

Llega la hora de la verdad, cuando el bebé va a nacer.

Bastian hace su trabajo, todo pasa tan rápido. O así lo siento yo, ya que en realidad han pasado horas.

El bebé nace, yo veo el momento exacto en que Bastian lo saca, corta el cordón umbilical y lo pone sobre el pecho de su madre.

Luego lo revisa, verifica que la madre y el bebé estén bien.

La Clínica del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora