Intento mantener la calma. Mierda.
Me cuesta mucho cuando el temblor abarca mi cuerpo.
Bastian se desliza por la pared hasta caer sentado en el piso, veo que tiembla y apenas respira. Sé lo que está pasando y lo que debo hacer. Y no dudo ni un segundo para arrodillarse a su lado y poner mi mano en sus rodillas.
Busco desesperada mente su mirada, para transmitirle calma a través de mis ojos, pero comprendo que él está desubicado.
—Bastian—le hablo, con toda la calma que logro reunir—Todo está bien, no estas solo. Respira despacio.
No dice nada, solo niega con la cabeza. Esta bañado en sudor. Me duele tanto verlo así que otra vez siento que estoy a punto de llorar.
Le digo las palabras que yo hubiera querido escuchar cuando a mí me pasó.
—Yo estoy bien. Tú estas bien. Respira despacio.
—Yo...
—Lo estas haciendo muy bien.—lucho por que mi voz no se quiebre—Vamos, Respira conmigo.
Asiente con la cabeza y yo inhalo y exhalo, diciéndole que me copie.
—Inhala... Exhala...—me sigue, pero sigue temblando y apenas regula su respiración, tiene la cara pálida.—Bien. Respira, vamos. Vas muy bien.
Sigue respirando, estira sus piernas y yo me siento justo a su lado. Él busca mi mano de forma desesperada y yo no dudo en dársela.
Pasamos mucho tiempo en esta posición, mientras yo solo lo ayudo a respirar, él lo hace y por lo demás es silencio. Ni siquiera el ruido de afuera nos afecta.
Su cuerpo comienza a calmarse y su respiración también. Su agarre en mi mano ya no es tan brusco ni tan desesperado como hace unos minutos y eso me tranquiliza el pecho.
Minutos pasan, y Bastian busca mi cuello para meter su cabeza. Yo solo me acomodo para que lo haga, sin decir nada.
Lo notó tan distante, pero a la vez tan cercano.
—¿Quieres que vayamos a casa?—le susurro, mientras le acaricio la cabeza.
—Es la boda de Renatta.
—Ella entenderá.
Le tomo la cara con mis manos y le sonrío, beso su nariz y él asiente. Se pone de pie y me ayuda a que yo también lo haga.
Mi pie da una punzada, pero la ignoro. Tomo mi cartera y espero a Bastian que se echa agua en la cara y luego se acerca a secarse las manos.
Yo me veo en el espejo y me limpio un poco del maquillaje que se debió correr por el sudor o alguna que otra lágrima que tal vez salió sin querer.
Bastian se me acerca por detrás y me abraza, mete su cara en mi cuello y me besa, haciendo que se me eriza la piel.
—¿Ya te sientes bien?
—Si...
—¿Pero...?
—Estoy cansado. Ven a casa conmigo y ayúdame a recargar energías.
Salimos del baño y buscamos a Renatta. Ella se mira muy alegre, canta y baila con Steban. Se puso un vestido blanco más práctico. Aunque sigue viéndose hermosa.
Apenas nos mira se lanza a abrazarnos y puedo oler los tragos que lleva encima.
—Felicidades, Renatta. Te deseo lo mejor en tu matrimonio.
—Con que me desees lo mejor en mi noche de bodas es suficiente.
—Y en la luna de miel—Bastian también la abraza—Felicidades, Renatta. Espero que vuelvas rápido de tu luna de miel, no quiero una secretaria que quede sin caminar.
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La Clínica del Deseo
Romance¿Qué pasa cuando tu sueño desde niña se cumple? Después de cumplir tu propósito, te das cuenta de que te quedaste sin uno en específico. Éste es el caso de Aliza, que se convirtió en enfermera después de años de estudio. Entrar a trabajar a una clí...