20. Tonalidades

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>Bastian<
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A unas horas.

Solo faltan unas cuantas horas para saber si Emely realmente ha dicho la verdad todo este tiempo.

He pensado que el equivocado por tanto tiempo fui yo. Me tortura pensar que sí es mi hija y que yo me le negué por tanto tiempo.

Me tortura como una mierda pensar que Emely sí dijo la verdad, y que yo le negué a mi hija y a mí mismo el cariño que ambos nos merecemos.

Pero me mata pensar que el echo de que no quisiera hacer la prueba antes es porque no es mía. No ahora que me he vuelto a encariñar con ella.

Salgo de la ducha con una toalla envuelta en la cintura. El cabello mojado me cae sobre la frente y las gotas de agua resbalan por mi espalda.

Aliza se encuentra acostada en la cama, tiene la vista puesta en las páginas del libro que está leyendo desde hace unos días.

Me recuesto en el marco de la puerta y me permito observar todas sus expresiones faciales mientras lee. Frunce el ceño, sonríe y se pone una mano sobre el pecho, como si intentara mantener la emoción. Sonrío cuando cierra el libro de golpe y ahoga un grito, al mismo tiempo que hace una especie de celebración acompañada de un chillido.

Mi corazón se contrae y me doy cuenta de que me encuentro sonriendo y con una enorme sensación de plenitud en el pecho. Ella se da cuenta de mi presencia y amplía su sonrisa.

-¿Te vas a quedar ahí solo mirando mi ataque book-lover?

-¿Qué tiene de malo? Me gusta mirarte mientras lees.

Se tira una carcajada juguetona y me gusta darme cuenta del color rosa que toman sus mejillas. Vuelve a abrir su libro y yo me dirijo al armario, saco un pantalón de pijama y me lo pongo, ella lleva la camisa a juego.

Me voy a la cama con ella que me abre los brazos y deja que meta mi cabeza en su cuello. Le quito el libro de las manos y lo pongo en la mesita de noche. Ella no se queja, solo me envuelve en sus brazos y me echa una pierna por sobre el cuerpo.

Me encanta que haga eso.

Nos quedamos unos minutos en silencio, solo con nuestras respiraciones. Pero ahora no se siente como siempre, ya el silencio no es tan cómodo, porque ambos sabemos que no queremos silencio, hay muchas cosas que decirse y ella suelta un suspiro, para después hablar.

-¿Cómo te sientes?

-Esa pregunta es un tanto complicada de responder.

Yo también suspiro y ella comienza a juguetear con mi cabello, yo acomodo mi cabeza en su pecho.

-¿No tienes claro lo que sientes?

-Ya no sé si siento algo.

-Claro que sí, así sea un vacío lo que sientes, es una emoción.

Me quedo callado un rato y pienso muy bien lo que me está diciendo. Su pecho sube y baja, el mio al compás del de ella.

-Lo he pensado mucho estos últimos días-Comienzo a hablar- Tal vez la vida me está pasando la factura por ser una mierda de persona por tanto tiempo. Aunque no siempre fui así, hubo un momento de mi vida que determinó el grado de porquería que fui hasta hace pocos meses. Cuando ingresé a la universidad.

La Clínica del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora