9. Deseo en la cabina

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Me despierto pero no lo veo a mi lado, la cama se siente fría sin él, ¿porqué no está aquí?

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Me despierto pero no lo veo a mi lado, la cama se siente fría sin él, ¿porqué no está aquí?

Me levanto y camino directo al baño para lavarme los dientes y veo uno de los cepillos que tenia de repuesto encima del lavamanos, de pronto me viene un pequeño recuerdo de él despertando y dándome besos por todo el cuello para que yo también despertara, me preguntó si tenía algún cepillo de respuesta y yo le respondí donde estaban pero medio adormilada.

Él se levantó y luego de regresar del baño, ya venía con la ropa de ayer y me preguntó si quería algo de desayunar, yo no recuerdo ni que le respondí, ya que me quedé dormida otra vez.

Salgo del baño después de darme una ducha rápida y me doy cuenta que me va a agarrar la tarde para ir a trabajar, luego recuerdo que es domingo y no tengo que ir ya que me toca un domingo por medio.

Ayer fue mi tercer día con mi periodo y el último, por alguna razón el ultimo día siempre es el que más cólicos me da, pero solo me tarda tres días y todo desaparece.

Me pongo un poco de sombra y delineo mis ojos.

Me puse un short corto y una camiseta negra con el dibujo de un gato que forma una media luna con su cuerpo y su cola.

Desde hace un tiempo que quiero hacerme un tatuaje similar, quisiera hacérmelo en el tobillo o en el antebrazo, pero aun no decido bien, talvez me lo haga para mi cumpleaños.

Salgo de mis pensamientos cuando escucho que la puerta de la entrada se abre, es Bastian y trae unas bolsas de un restaurante de aquí cerca en las manos y viene con otra ropa.

—Buenos días a mi preciosa— dice y deja las bolsas en el comedor para luego llegar a donde yo estoy y cargarme en brazos

—Buenos días — le digo y unimos nuestros labios en un beso suave pero con ansias, como si nos hubiese hecho falta.

—¿Se te antoja desayunar? Te traje shaomein de ese que te gusta— me dice mientras acaricia mi mejilla cuando paramos el beso.

Él sabe muy bien las comidas que me gustan porque cada vez que salíamos o almorzábamos juntos, nos contábamos algo nuevo, aunque la que más hablaba era yo, y él me escuchaba con mucha atención, al parecer sabía que le serviría en un futuro.

—¿No tienes que ir a la clínica?— le pregunto ya que aunque yo no vaya, él si debería.

—Bueno... hoy no tengo citas, así que decidí quedarme con mi novia hoy y invitarla a un parque de diversiones que queda como a media hora de aquí.

—Ah, ¿si?— digo sonando sorprendida— de seguro que tu novia aceptará si le das un beso.

—Es una petición que concederé cada vez que ella lo pida—susurra sobre mis labios.

—Pues no te veo concediéndola— le digo y él no lo piensa más ya que comienza a besarme con desesperación y me levanta en brazos haciendo que yo envuelva mis piernas en sus caderas mientras comienza a caminar conmigo en brazos para sentarse en el sillón y que yo quede sentada sobre él.

La Clínica del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora