34. ¿Puedo?

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Los días están pasando, pero siempre sigo sintiendo náuseas. Al final, si me dio diarrea, pero fue solo un día, luego con los medicamentos se me quitó.

Justo ahora me preparo para la revelación de género del bebé de Alara.

Bastian no me ha dicho una sola palabra de cómo lo van a hacer, pero a cada nada se ríe solo y cuando le pregunto, dice que espere y lo veré.

Y vaya que intenté sobornarlo, pero no funcionó nada.

Alma dice que también le ha preguntado a Liam, pero que le dijo que un mago no da spoilers sobre el show.

Veo que mete una bata de doctor y un estetoscopio en mi mochila, niega con la cabeza con una sonrisa y después levanta la vista.

—¿Qué?—pregunta, entre confundido y divertido.

—Lo mismo te pregunto.

Me llevo las manos atrás del cuello para ponerme el collar, él se acerca y me lo pone bien.

—¿Qué te preocupa? Falta muy poquito para que sepas lo que haremos Liam y yo.

—No veo porqué no me dices.

—Te prometo que valdrá la pena la espera.

Deja un beso en mi cuello y se da la vuelta para que le acomode el cuello de la camisa y la corbata color crema.

Lo detallo bien. Se mira guapísimo con ropa clara, le resalta el color verde de los ojos.

Termino el nudo de la corbata y le doy un beso en los labios después de acariciarle la barba. Me toma de la parte baja de la espalda y yo pego la cabeza a su pecho, simplemente oliendo su aroma.

—Te amo tanto, Preciosa.

—Yo también te amo, Bastian.

Me besa la cabeza y me aprieta a él.

Hay mucho en el simple gesto de quedarnos callados mientras nos abrazamos. Es como si grabáramos en nuestra memoria el tacto de nuestros cuerpos contra el del otro.

Es como si nos tomáramos un momento para existir y dejar que el mundo siga girando, pero mientras estamos juntos.

—Me encantan los momentos así—confieso, mientras beso su mano—Son momentos en los que me doy cuenta de es verdad, que estamos juntos.

—Todos los momentos a tu lado son perfectos, y en las buenas y en las malas, siempre vamos a estar juntos.

Sellamos el pacto con un beso lleno de amor.

Después de unos segundos, nos encaminamos a nuestros autos. Tenemos la típica mini discusión de quién conduce, pero ésta vez termina ganando él.

Alegando que puede darme un mareo mientras manejo.

Si, eso es jugar muy sucio.

Me retoco el labial mientras Bastian conduce con su mano en mi pierna. Se ha hecho muy normal que él conduzca mientras toca alguna parte de mi cuerpo.

La Clínica del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora