25. Escozor

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Aliza
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Bastian me toma de la mano mientras maneja a casa, ahora sí no pude convencerlo de manejar yo.

Camino a aquí pasamos a una tienda a comprar bragas y por supuesto que no dejó de provocarme y molestarme durante todo el rato.

Además me hizo andar por ahí sin bragas, fue una maldita tortura.

Y sigue siéndolo, ya que no me he puesto aún.

El short corto me anda torturando porque es muy ajustado, y el que no cargue bragas me da miedo, porque el perfil de Bastian me tienta a sentarme sobre él mientras maneja.

—Deja de verme así —no voltea a verme, pero sonríe de lado.

—¿Te molesta que te mire?

—No. Me exita. Y no quieres que me exite mientras manejo.

—¿Que no quiero?

Medio gira la cabeza y yo me muerdo el labio inferior dándole una repasada.

—A ver, preciosa—observo cómo se lame los labios y luego lleva su mano a mi muslo, apretándolo—¿Quieres que estas hermosas piernas dejen de poder sostenerse?

Se me calienta la cara y se me acelera el corazón, Bastian regresa la vista a la carretera y sigue con su tarea de acariciar mi muslo.

Tengo flashbacks de la noche anterior y de la mañana.

Su piel con mi piel, su semen dentro de mí. Esa fresa en mi interior. Recordar todas las sensaciones y su mano haciendo masajes, hacen que mi pecho comience a subir y bajar rápido.

Ni él ni yo nos cansamos cuando de darnos placer se trata.

—¿Debo tomar tu silencio como un si?

—¿Qué?—respondo confundida.

—¿Quieres que...?

—¡Ya sé de qué hablas!

—Es que el silencio fue muy largo.

—Estaba sumergida en mis pensamientos.

—Ah, está bien. Te entiendo. A mí también me gusta sumergirme, pero en mi caso es en tus piernas.

—¡Bastian!

Solo se ríe y yo ruedo los ojos, me acomodo en el asiento y viene a mí el recuerdo de la empleada.

Mierda.

¡Bastian Steward!

Abre mucho los ojos y me mira con precaución.

Oh, oh.

—Dime, Bonita, Preciosa.

—Nada de "Bonita, Preciosa"—me cruzo de brazos— ¿Me puedes decir qué clase de enfermedad tienes?

—¿De qué hablas, Preciosa?—finje confusión.

—¡Tú sabes perfectamente de lo que hablo!

La Clínica del Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora