8. Felino

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Me habían vendado los ojos cuando un largo tiempo pasó, fue una tortura pensar que en algún momento se descuidarían y caería de boca sin poder poner antes las manos.

Me botaron en un lugar.

<<Lárgate y jamás vuelvas.>> caí al piso y después me quité la venda.

No necesité preguntar de quien era esa voz, más por la forma en cómo se expresó.

La libreta estaba tirada en el suelo, la agarre y tome camino.

No sé a dónde ir. Todo el bosque está en cenizas, como si estuviera abandonado, aunque se veía algo húmedo, como si ya hubiera llovido.

Ni siquiera he visto que es lo que hay dentro en esa libreta. Soy algo curiosa pero no quiero abrirla y leerla, saber que mi padre escribió en ella no me anima y, no porque le odie sino porque al leerla me recordará a su muerte, eso me da algo de escalofríos y nostalgia.

Sigo caminado hasta ver si aún quedan restos de mi casa.

Al llegar la veo pero, bajo cenizas.

Ni si quiera sé que fue de Izuku y temo que algo le haya pasado.

Escucho un sonido de una rama aplastada, al voltear me encuentro con el mismo gato ¿se le podría llamar gato a eso? Tiene cola de tigre y pupilas cuadradas, digamos que es un felino.

—Hola—me dirijo al felino—. ¿Qué haces aquí?

Este se asustó y se fue, dejándome plantada, tampoco es que esperara a que me respondiera pero tal vez sí que me dejara tocarle.

—Najuny—dice una voz—. Hija de Ray.

Es un chico alto, pelirrojo en una parte y peliblanco en otra, sus ojos son diferentes, uno es gris oscuro y el otro es color turquesa.

Su vestimenta es de alguien que portaría uno de la realeza.

El príncipe Shoto Todoroki, padre del rey Endeavor, el futuro portador de la corona.

Detrás de él hay un caballo color marfil.

Siempre quise ir al castillo por curiosidad y rebeldía a mi padre pero nunca quise encontrarme con los de la realeza. Les tengo odio, son la causa de la muerte de mi madre.

Su presencia me sorprende y claro que no voy a inclinarme ante él.

—Príncipe Shoto—digo como si fuera mi amigo—. ¿Qué lo trae por aquí?

—Tu presencia es una sorpresa después de haber proclamado tu muerte.

—Soy algo impredecible.—alzo mis hombros.

—Me temo que tendrás que acompañarme.

—Que directo es—no tengo a donde ir y la verdad tampoco tengo nada que perder—. Como usted ordene, majestad.—hice una reverencia exagerada para que se notara el sarcasmo.

Si me negaba lo más probable era que me llevaran a la fuerza; si habían declarado mi muerte significa que me conocen y tomemos en cuenta que yo no era muy conocida que digamos. Tal vez en una de esas pueda encontrar a Izuku y ver cómo está, darle un abrazo, al menos eso quiero.

Llegamos al castillo, ese al que tanto quería visitar por saber que esconde. El transcurso del camino fue silencioso, nadie habló ni nada.

El palacio es muy grande y lujoso, yo estoy recargada en un balcón, no sé en qué parte exacta del castillo.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora