11. Nombre

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La cabeza aún me da vueltas, no sé ni siquiera que pensar. Tengo muchas suposiciones, quiero saber la verdad.

Bakugo ha despertado y nos ha encontrado. Ahora lo que menos quiero es enfrentarme con él.

Necesito respuestas, no lo necesito aquí para darle explicaciones del cómo es que llegue aquí, que claro fue lo primero que preguntó.

Su tono de voz es tan colérico, autoritario y directo. Me dió a entender perfectamente que no me quiere aquí.

No sé qué tantas vulgaridades soltó porque seguía perdida en mis pensamientos.

Kirishima se la pasó tranquilizándolo hasta lograrlo mientras íbamos de regreso a su palacio, le contó todo lo sucedido pero él seguía con esa cara de enojado ¿acaso no tiene otra? Desde que lo conocí no he visto otra.

—¿Cómo era ella?—pregunto a Mina, ignorando a Bakugo. Me concentro tanto en ella que hago como si esos dos no existieran.

Voy a un lado de ella y a mi derecha va el explosivo.

—¿Quién?

—La amiga de esa reina.

Kirishima sigue explicándole más cosas de lo que sucedió a Bakugo. Lo pone al corriente del día.

—Era muy pequeña cuando la ví pero... que yo recuerde...—hace una pausa—. Tenía el cabello muy oscuro, su piel era pálida—me voltea a ver—. Se parecía mucho a ti, sólo que ella tenía los ojos color avellana.

Mi padre decía que me parecía mucho a ella, la diferencia es que saqué los ojos de mi padre. Demasiada coincidencia.

—¿Recuerdas su nombre?

—No tengo idea.

Suspiro derrotada. Al menos con su nombre me daría el punto final de todo esto.

—Pero hay alguien que si lo sabe.—continúa Mina.

—¿De verdad? ¿Quién?

Ella me sonríe y voltea su mirada hacia donde se encuentra Kirishima y Bakugo.

—¿Kirishima?—pregunto.

Una risita sale de su boca.

—Bakugo—susurra muy bajito pero la logro escuchar—. Si quieres saber su nombre pregúntaselo a él, Najuny.

Lo volteo a ver hasta que centra su atención en mi, aún con esa mirada colérica.

—¿Qué me ves, bicho?

—¿Cómo se llamaba?

—¿Ah?—Frunce el ceño.

—La amiga de tu madre.

—Wow, que chica tan directa.—dice Kirishima, que se encuentra a un lado de Bakugo.

Su cara se tensa en un modo muy serio, en sus ojos puedo percibir como se le encienden unas llamas de furia.

—¿Por qué volviste?—desvía el tema.

—¿Así se llamaba?

—No me cambies de tema.

—Aquí el que cambió el tema fuiste tú ¿Cómo se llamaba su amiga?—insisto.

—No, aquí la que debería de dar respuestas eres tú—me señala—. No yo.

—Bien. Hagamos esto—detengo mi andar haciendo que los demás también lo hagan—. Yo te respondo tu pregunta y tú me respondes la mía.

—No voy a hacer lo que una humana me diga. Ahora. Camina. Bicho.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora