15.Encanto hórrido

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Me encuentro en un lugar donde hay rocas, todas de diferentes tamaño.

Estoy arriba de una, sentada, viendo como el sol hace brillar el inmenso mar, como si esa agua fuera un diamante que al hacer contacto con la luz del sol brilla, como si alguien le echara diamantina al mar.

Se ve tan hermoso que ni siquiera sé cuánto tiempo he estado admirando la vista.

Pude salir del castillo embrujado—dirigido por una bestia temible que se enoja bastante con cualquier cosita de nada—gracias a un guardia que fue muy simpático.

Sero Hanta. Incluso me dijo su nombre.

Demasiadas personas amables siendo prisioneros de aquella bestia explosiva.

Ni siquiera traje mi arco y tampoco sé dónde quedó.

Tengo mis piernas pegadas a mi pecho, las palmas de mis manos tocan el hueso de mi rodilla mientras mi mentón se posa en ellas.

Como le odio.

Bakugo tonto.

Escucho unas voces, creo que me he vuelto loca...

Vuelvo a escucharlas, son unas risas. Alzo mi cabeza para buscar de donde provienen y en eso veo una salpicada de agua, como si hubieran tirado una piedra al mar.

Otra vez ríen, son voces de varias chicas, voces muy angelicales, risas que podrías escuchar sin cansarte.

Alcanzó a ver cómo la cola de un pescado se hunde.

Más allá las veo, unas hojas de árbol las esconden pero no tanto para verlas.

Son sirenas, sirenas de verdad, son bellísimas y delicadas.

Tienen colores muy brillantes en su cola llena de escamas.

Me están viendo y me hacen una seña con la mano para que me acerque.

Volteo hacia atrás pensando que le hablan a alguien que no sea yo pero en cuanto lo hago no hay nadie detrás de mi.

Dudo por un momento pero después me dirijo a ellas.

Cuando llego las miro y vaya que son tan hermosas, tanta belleza me hace dudar en si son reales.

Son tres, una de pelo blanco, otra pelo rojo anaranjado y la otra azul marino. Todas con el mismo color de aleta de su pelo.

—Vaya, si que eres humana.—habla la de pelo blanco y piel morena.

—¿Humana humana?—se acerca la rojiza de piel pálida, tan pálida que parece fantasma, se acerca para tocarme pero me alejo antes de que lo haga.

—Tranquila Patsy, la asustas—se acerca la azul—Primero deberíamos presentarnos—sonríe—. Soy Sheila, ella es Patsy—señala a la rojiza—. Y ella Jody.
—señala a la blanca quien seguido hace una referencia dentro del agua.

—¿Como te llamas?—pregunta Patsy, se ve bien sorprendida, más que yo a decir verdad.

—Yo...soy Najuny.—se ríen menos Patsy.

—¿Cómo es que estás aquí, Najuny.—cuestiona Jody.

—No lo...

—¿Te gusta nadar?—me interrumpe Sheila—. Podrías venir con nosotras.

—Uuh, siempre quise tener una amiga humana—emite Patsy—. Di que si, anda, será divertido.

—No la asustes, Patsy, pensara que estas loca y menos querrá ir contigo.—le regaña Judy.

—No estoy loca—le saca la lengua—. Arruinas el momento, Judy.

Judy se limita a imitar su acción de sacarle la lengua y salpicarle.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora