39. La batalla final

277 31 46
                                    

Quiero decir que toda esta historia surgió de mi cabeza al escuchar y leer la letra de la canción, así que si estás leyendo esto es gracias a que me inspiré de ella. La tomé como base para escribir la trama.

Sin más que decir, comenzamos con el pov de Bakugo ;).

———————————————————————

Mis fuerzas han sido reducidas. Hemos estado luchando todos por horas. Ya ni siquiera me queda energía para usar mi don de explosiones y naturaleza.

Usarlas hace que te agotes demasiado.

—Bakugo—se acercó Sero—. Ya no nos quedan más fuerzas, tampoco nos quedan hombres y los zelcinos aún nos superan en números.

Los soldados de Zelcy nos doblaban en número, derrotamos a varios y es una ventaja porque quedan los mismos que los que nosotros teníamos. Y digo teníamos porque la desventaja es que ahora nosotros somos menos debido a las bajas que también nos dieron.

Si seguimos puede que con suerte los derrotemos pero... ¿A qué costó? ¿Cuántas vidas estoy dispuesto a sacrificar?

Nuevamente el diamante azul será robado. No creo que sea buena idea dejar que lo hagan, pero tampoco creo que sea buena idea dejar que mis hombres estén muriendo en una guerra perdida.

—¡Bakugo!

Mire hacia donde está Kirishima y está atrapado entre varios zelcinos que lo apuntan con flechas, las cuerdas están enredadas en su hocico y cuerpo.

Shoto está inconsciente al menos, Endeavor lo dejó solo como un cobarde.

Necesitamos recuperar fuerzas, eso es. Lo peor que alguien puede hacer es dejar que su enemigo se recupere, así que si huimos con los pocos que quedan podremos recuperarnos.

Un buen líder es alguien que a pesar de lo difícil que sea toma el camino más largo.

—Retirémonos de aquí.—ordeno.

Él asiente, pero antes de irse se escucha el sonido que emite un animal místico.

Najuny.

Ambos volteamos encontrándonos a esa chica de ojos verdes. Primero había salido a la luz su cabeza, mientras iba avanzando se lograba ver que montaba a esa nushetan.

Varios animales místicos comenzaron a subir para dejarse ver. Eran bastantes. Más bien, eran todos. Arriba de ella estaban las criaturas con alas, volaban sin moverse del lugar donde Najuny se encontraba.

Me he dado cuenta que Najuny siempre ha tenido algo con los animales místicos, nunca le hicieron daño, se acercaba a ellos con facilidad y los domaba muy fácilmente.

El sol daba a espaldas de ella, se veía reluciente ahí arriba, como una salvadora. Era una puta diosa.

Toda la atención estaba en ella cuando alzó su brazo con el arco en mano.

Una señal de esperanza, de que esto aún no ha terminado.

Todos los lidianos dieron un grito de victoria, varios incluso se levantaron del suelo con la esperanza de una nueva oportunidad que haría derrotar a los zelcinos.

De ganar la batalla final.

Tiene esa paz previa a la guerra que pone nerviosos a los valientes, que convierte en salvajes a los cobardes.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora