36. Miel

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—Venga, Katsuki, ponte esto.

Nos habíamos refugiado en una cueva debido a la lluvia que cayó derrepente.

—¿Le robaste más ropa al pervertido?—preguntó el rubio.

—Las necesitas más tú que ese imbécil.

Le había quitado más ropa no por pensar que la necesitaría; sólo lo hice por querer quitarle sus cosas a ese niñato.

Le lancé una playera negra en su cara, pero la agarró antes de que le golpeara.

—¿Puedes dejar de lanzarme cosas a la cara?

—Perdón.

Entre cerro los ojos. Me miró por unos minutos y dijo:

—Estás rara.

—¿Qué?

—No lo sé, te notas tranquila, pero... estás rara—ladeó su cabeza—. Tienes como una tranquilidad inquietante.

—Estoy normal.

—No lo estás.

—Si lo estoy.

—No es cierto.

—Que si.

—Que no.

Suspiré rendida.

—Bien—puse la mochila a mi lado—. Lo qué pasó en Zelcy de... la libreta... Mira, entiendo que estamos en otro problema porque Zuzu se la entregó a Endeavor y, bueno, tal vez si la recuperamos y la destruimos será lo mejor para Tezuma y así ya ningún animal místico o lidiano vaya a-

—¿Zuzu?—interrumpió—. ¿Me estás diciendo que Deku es Zuzu? El mismo pueblerino que te besó.

Me quedé procesando lo que había dicho.

¿En serio es lo que más le importa? Después de haberle contado todo sobre la libreta y el problemon.

Deku. Así es como lo apoda.

La verdad es que después de analizarlo bien me di cuenta de que ya lo habría conocido porque una vez lo vi salir en ese hoyo. Concuerda con que se haya topado con él así como yo una vez lo hice.

—Eeeh si, pero la libreta sigue aún en manos de-

—¿En serio, Najuny?—no respondí. Cuando él lo notó volvió a hablar—. Tu "mejor amigo" te acaba de traicionar.

—Tuvo una razón.

—¿Ah, si? ¿Y por qué no habló contigo para pedir tu ayuda? Pudo hacerlo y, si se tomó el tiempo para estudiar el castillo y robar me imagino que supo que tú te encontrabas ahí, pero no te dijo nada.

—Su mamá estuvo en peligro. Si yo estuviera en su lugar haría lo que fuera por tener a mi madre a mi lado.

—Es un traidor.—rodea los ojos.

—Es mi amigo, así que no hables mal de él.

—Bien, pues vete con él y háblale de lo buen amigo y traidor que es.

—¿Qué tiene que ver Zuzu con recuperar la libreta?

—Zuzu.—repitió, con una cara de asco.

—Cámbiate ¿quieres?

—Cámbiate ¿quieres?

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Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora