Dulces traiciones (Katsuki Bakugo)

16. Marubi

Ahí está él de nuevo, justo en el momento en que menos quiero topármelo.

—Deberíamos dejar de vernos de esta forma.—me dice, viéndome desde arriba.

—Adelante idiota, búrlate tú también.

Bakugo se acercó hasta a mi y se inclinó a mi altura.

—¿Quién te hizo esto?

Le empujo y me voy, no sé a dónde pero con que esté lejos de él me es suficiente.

Tampoco quiero que me vea en este estado, estoy mostrando mi cuerpo y es lo que más odio y, más ahora que acaban de decir que es horrible. No quiero que me vea así.

—¿A dónde vas, humana?

Volteo para encararlo.

Estoy harta de ese apodo, todo mundo me lo dice y ya sé que lo soy pero lo han usado en forma de insulto que me hierve la sangre.

Lo señalo y camino hasta él viéndole directamente a los ojos.

—No vuelva a llamarme así—le empujo con mi dedo índice—. Tengo nombre y no es humana, idiota.

Bakugo me toma de la muñeca y me acerca más a él, tan cerca que puedo sentir su respiración. Puedo ver sus ojos, rojo intenso, son como rubís brillantes, tan profundos y misteriosos.

—No vuelva a tocarme o voy a cortarte las manos, bicho.

Me suelto para alejarme de él. De cerca es más intimidante. Su mirada es pesada que hasta a veces no logro sostenérsela.

—¿A dónde vas?—pregunta.

—Lejos de aquí.

Me sujeta del brazo y me dice:

—No así vestida.—se quita su capa y me la pone encima.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—El miv me aviso y también pude oler la ira dentro de ti.

—Vaya, ¿algo más que puedan oler los lidianos?

—Sólo la ira, el miedo y las malas intenciones.

Miro a Felino que se encuentra a un lado de mi; me inclinó para acariciarle y este ronronea.

—No entiendo porqué esa cosa se deja acariciar por ti.

—Es que yo no hago mover su territorio para que después me rasguñen.

Él frunce su ceño y antes de que respondiera yo avanzo para irme de aquí.

—Por ahí no es el camino—inquiere Bakugo—. Sígueme.

Llegamos a un lugar donde hay vegetación pero no árboles, está despejado.

Ahí se encuentra el enorme dragón. Kirishima en su transformación.

Bakugo se monta en él y espera a que yo me suba.

—No quiero ir contigo.

—Cállate y súbete antes de que me arrepienta y te deje aquí.

Me subo detrás de él para después acomodarme su capa que se me había bajado.

La verdad quiero estar lejos de ese lugar y la única opción que tengo es ir con él.

El explosivo dió un golpe con su pie y el dragón salió volando.

Tal impacto me hizo sujetarme de la cintura del rubio, va demasiado rápido y está demasiado alto que prefiero cerrar los ojos.

—Suéltame, bicho, apestas a miedo.