-XLVI-

50 5 9
                                    


(...)—Déjame decirte algo Diana, nunca me había sucedido antes en ninguno de mis años como profesora, y se qué no es propio que una maestra, osea una autoridad, diga esto de alguien de menor rango, osea una alumna, pero Akko, está loca.(...)

Loca.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo, loca, así la había llamado.

Loca.

La palabra resonaba como eco entre los espacios de su mente, con los ojos bien abiertos, dirigió sus ojos al piso.

Loca.

Y por un momento pensó, ¿Había actuado como una loca? trató de hacer un repaso ante todas las cosas que había echo, de sus reacciones, de sus respuestas, de cada día desde que había conocido a Irisis, y por un instante aquello revolvió todo el orden en su cabeza.

—Y me tragué todo lo que me dijo, le creí, y no dude de lo que decía. Por que soy una idiota, por no creer en mi instinto, por que me mentí a mi misma para proteger mi realidad y mi corazón.

Akko levantó la cabeza del piso, aquellas palabras le resultaban conocidas, aquel tono, aquel sentimiento con el que habían sido lanzadas hacia sus oidos, con aquella voz tan cargada de sentimiento, de engaño. Miró a Diana y solo pudo ver furia, sus ojos estaban cristalizados y apretaba los labios formando una fina línea rosada en medio de su cara. Era la imagen del engaño, la imagen de la furia y la de la decepción. Era su misma imagen plasmada delante de sus ojos, por fin Diana comprendía su dolor y ella comprendía el dolor de Diana.

Y si algo sabia era que esto no era culpa de nadie más que de Irisis, y no permitiría que Diana creyera lo contrario.

—No Diana, Por favor, no...no digas eso.

—Pero es la verdad, por mi culpa se la llevó, por mí culpa, de nadie más. Si no me hubiera entrometido, si tan solo te hubiera creído... Lo arruiné Akko.

Akko se levantó de su lugar y caminó con pasos lentos hacia Diana, se sentó a su lado y tomó sus manos entre las suyas. Estaba a punto de hablar, de decirle que no es su culpa, que debería haberse acercado a ella para hablar, que debería haberla buscado cuando se fue enojada de la habitación, pero Diana no la dejó, miró directo hacia los orbes rubíes de la castaña, puso una mano en su hombro y con sinceridad soltó el resto de las palabras como una bomba.

—Se lo que vas a decir, pero estás equivocada. Sí es mi culpa, ¿Sabes por qué Akko?— Se dirigió hacia Lote y Sucy que miraban expectantes las palabras de Diana, volvió a la derecha y a la mirada rojiza que la esperaba anciada— Por qué estoy enamorada de tí desde que te vi por primera vez Akko,  por que nunca hice nada para que te fijaras en mí por que creí que no... que no te gustaban las mujeres, y me avergonzaba demasiado. Pero cuando te vi con Amanda, cuando vi como te miraba y como te trataba el mismo día en que confesaste todo, sentí una rabia tan grande que, creo que por eso mi cabeza no fue capaz de procesar aquello. En ese instante me sentí tan... abrumada que... y-yo.

Y ante aquella confesión, se sintió igual de abrumada como Diana había dicho sentirse.

—Después de que fui a enfrentarla la primera vez salí de allí odiando, odiando lo que comenzabas a representar en mi vida, el engaño, el desamor, que me convertí en algo horrible. Unos días después, ella volvió a acercarse a mí, me dijo que tú le habías robado algo muy preciado para ella, una pieza mágica que había pertenecido a sus ancestros milenarios... Y me pidió que la ayudara.—Algunas gotas bajaron lentamente de los ojos de la rubia. Akko llevó una mano a su collar y dejó la mano allí, protegiéndolo de cualquier sombra que quisiera llevárselo.

—Al mismo tiempo, Amanda comenzó a acercarse a mí... Ella me dijo que sabía lo que Irisis me había dicho y que quería ayudar, y pronto comenzó a comportarse diferente conmigo.

No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora