🌌 XIV 🌌

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Al llegar al patio no se encontró más que un frío espeluznante y una noche solitaria.

La persona de mechones dorados había escapado dejando un rastro casi invisible de pasos y un olor particular olfateaba en el aire, comenzó a correr en dirección hacia las marcas, hasta que una fuerte ventisca hizo que de estas ya no hubiera rastro.

Se encontraba muy lejos de la entrada de Luna Nova y aunque el camino de regreso se lo supiese, un miedo agonizante se apoderó de su cuerpo y un escalofrío seco le hizo estremecerse.

Las huellas de los zapatos ya se habían borrado y ningún rastro de aquella persona encapuchada se asomaban por su vista, no le quedó más que resignarse y dirigirse devuelta a la academia.

De camino el frío se hacia cada vez más agudo pero lo más raro fue cuando estaba por llegar, el frío parecía irse y cenizas se hacían visibles, al cruzar el portón de rejas negras el calor causó que comenzase a sudar y sus ojos empezaran a arder. Al levantar la vista sintió una punzada en el corazón, casi cae al suelo de la sorpresa y angustia que invadían su cuerpo.

Las llamas consumían la mitad de Luna Nova lo único que su vista alcanzaba a ver eran al resto de las estudiantes tratando de escapar por las ventanas, sus orejas solo oían lamentos y gritos de desesperación como tristes almas, llanto, sufrimiento y miedo.

Se sentía en el infierno.

Sus pulmones ardían y mientras tanto la otra mitad del edificio no parecía siquiera enterarse de lo sucedido ni de las llamas.

Cuando su cuerpo reaccionó sus piernas corrieron como nunca y en su mente solo se encontraba como objetivo la alarma de incendios instalada en la planta baja, cuando se encontró en el comedor las llamas la rodeaban y el humo la invadía de pies a cabeza, la única solución era pasar entre las llamas para poder presionar la palanca roja, cuando lo hizo sus piernas y brazos comenzaron a arder de maneras exorbitantes y en sus ojos comenzaron a abundar las lágrimas amargas.

Al encontrarse en frente de la palanca y con la fuerza de sus brazos, presionó esta, una incesante alarma comenzó a sonar y comenzaron a caer chorros de agua, se sentó en el suelo luego de soltar un suspiro de alivio y sus ojos de comenzaron a cerrar del cansancio.

Una vez en el piso, sus oídos comenzaron a zumbar, un extraño y finito susurro se hizo escuchar en sus oídos y como si no fuera nada, las llamas ya no estaban.

Los lamentos, el miedo, la desesperación, el calor y el llanto ya no eran presentes en sus oídos y las llamas habían desaparecido, nada se quemaba.

Lo único que la quemaban era su miedo.

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I love you baby ~ Frankie Valli

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No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora