✨ XXI ✨

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Akko

Cuando observé a Amanda de nuevo, noté como sus ojos se abrieron con pereza, podía notar la palidez en su rostro, también noté que no era la única a la que se le calaba el frío por los huesos.

—Buenos días, ¿te encuentras bien?  Pareces cansada.

Dijo en un susurro, solo asentí, luego tomó mi rostro y comenzó a acariciar las marcas rojas de mi cuello, donde antes Irisis había intentado ahorcarme. El calor de mis mejillas, ahora sonrojadas, me acariciaba el rostro. 

—¿Te duele mucho? Tienes la zona roja por los moretones, lamento no haber podido ayudarte a tiempo.

— No fue tu culpa. —Mis labios comenzaron a tiritar del frío — la maldita está loca, era sabido, luego de todo lo que nos ha echo no faltaba mucho para que la cordura se le desvaneciera.

Un silencio incomodo se hizo presente, nuestros ojos no dejaban de mirarse, mi corazónme traicionó cuando inmediatamente comenzó a latir con locura.

Ella posó una mano sobre mi hombro, comenzó a masajear dulcemente la zona en tono de caricia casi perspicaz y cuando nuestros labios estuvieron a punto de tocarse me alejé en un movimiento sutil y martirizante para mi misma, que a decir verdad, estaba ansiosa por tocar sus labios.

Mire para un costado y me senté en mi lugar, aveces el recuerdo de la agonía era más fuerte que el amor, incluyendo las marcas violetas en su cuello.

—Amanda, tu siempre me dirías la verdad ¿no?.

Taladré su mirada para ver si encontraba una respuesta pero no encontré nada, mire para el frente y a lo lejos, observé el césped de nieve.

—Siempre te protegeré Akko.

Volví a posicionar mi rostro en sus ojos, luego en sus mejillas y luego a su pecho, directo al corazón.

—Esa no fue la respuesta que esperaba, sin embargo daré por echo que no quieres que lo sepa.

—¿Saber qué?

No lo sé.

~ΔΔΔ~

Llegamos a la conclusión de que sino hacíamos una fogata moriríamos de frío, por lo que nos encontrábamos recogiendo ramas y hojas secas en pleno bosque para poder entrar en calor.

Mi cara no era otra sino de augurio, mi corazón estaba estrujado como si estuviera a punto de explotar, mi garganta estaba estrangulada y un presentimiento fatal invadían todo, hasta mi vista.

Así fue cuando una lágrima brotó de mi ojo al agacharme para tomar una rama, miré a Amanda con la misma cara de augurio y notó que algo iba mal pero las lágrimas se quedaron atascadas al momento de responder, pues un rugido hizo temblar el suelo y el pelaje de un oso ocupó el total de nuestra vista.

—Akko ven atrás mio y no te muevas.

Caminé de la manera mas sigilosa hasta atrás de su espalda y noté como el animal me miraba directo a los ojos y del terror comencé a llorar lo más silencioso posible.

En un instante el ambiente se puso tenso, y el terror de poder llevar a resultar lastimadas me llegó a la cabeza en un instante, quedé completamente paralizada, con las manos tomadas a la cintura de Amanda para que esta no se a atreviera a moverse ni un centímetro de donde estaba.

Se me puso la piel de ganilla al mismo tiempo que la bestia dió un paso en frente, tomé a Amanda aún más fuerte y susurrando en el más fino de los tonos hablé en su oído.

—Tengo que distraerlo.

Amanda puso sus manos sobre las mías y las apretó fuertemente, con nerviosismo. Ella me respondió de la misma forma.

—No te atrevas a moverte.

El inmenso animal se acercó a nosotras con paso rápido, me observo, levantó su garra y de un movimiento grotesco clavó sus garras en el hombro de Amanda, ambas caímos boca abajo y pude ver como ella caía soltando un grito desgarrador, quedando inconsciente.

En animal viendo como ninguna de las dos nos moviamos, se movió lentamente y sin apuros, seguramente creyendo que ambas ya estábamos muertas, ante eso un escalofrío me recorrió el cuerpo, el animal se quedó estático en el lugar como observando el paisaje, cerré los ojos esperando lo peor, sus pisadas se oyeron a unos metros y luego desaparecieron en la nieve.

Un nudo de posó en mi garganta y gateé hasta el cuerpo inerte de Amanda, mi garganta dolía por el frío, juraría que la lágrimas en mis mejillas estaban por congelarse y mis manos temblaban exaltadas.

Me senté al lado de su cabeza y la apoye en mis rodillas, su hombro sangraba y las uñas del oso se marcaban con heridas, la nieve se había teñido de escarlata.

Tomé mi abrigo y arranqué una manga para atarla en el hombro de Amanda, al hacerlo frunció su seño, una vez la herida cubierta, traté de levantarla por su hombros, pero no sirvió de nada, era demasiado pesada para mí.

Susurré en su oído, le suplique que despertara mientras que sostenía su rostro pálido en mis manos, estaba comenzando a enfriarse y eso seria muy malo.

Coloqué muy torpemente lo que quedaba de saco en su cuerpo como una manta, me agache y con mucha fuerza la cargué en mi espalda, aparte de ser más pesada Amanda me llevaba un poco más de una cabeza y media.

Sabía que ella era muy sensible con el frío, la mínima ventisca hacia que su cuerpo temblara, hasta me había contado que de niña pasaba los inviernos en su habitación con sus muñecas y siempre (hasta en primavera) llevaba unos guantes de lana en su mochila.

Caminé hasta la cueva donde estaban nuestras pertenencias, acosté a Amanda sobre el suelo, sacrifiqué una polera y con unas leñas inicié una fogata.

Cuando el lugar se estaba calentando tomé el botiquín de primeros auxilios y caminé hasta Amanda con las piernas y espalda dolientes. Para poder curar bien su herida, exceptuando el brasier, me ví obligada a extraer las prendas superiores de su cuerpo, haciendo que mis mejillas estuvieran más calientes que el fuego, y para que ella no muriera de frío la acerque más a este.

🍄🍄🍄🍄

Holaaa!! Como están?! Yo estoy súper contenta por poder traerles un capitulo nuevo!

Como van con la cuarentena? Todavía no se tiraron por la ventana? yo casi, esta cuarentena me sirvió para trabajar la paciencia.

🐖

No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko Donde viven las historias. Descúbrelo ahora