Se sentó en el suelo y suspiró con tranquilidad, odiaba que la persiguieran, los pies dolían y sus manos y piernas estaban con arañazos de piedras y algún que otro vidrio intruso.Llevó sus rodillas hacia su torso, la aflicción se apoderó de su pecho y por un momento una lágrima casi escapa de su ojo, con sus manos sacó las pequeñas piedras incrustadas allí con dolor, pensó en el regaño que se le venía encima de su maestra y Lote, no es que Sucy no se preocupe, pero ella es más de reírse de la situación. Una risa se escapó de sus labios al recordar la tremenda reprendida de Charriot al enterarse que Akko había tenido fiebre y nadie le había contado, en el momento se sintió mal pero luego entendió que lo hacía por su bien.
Lo que más temía es que Charriot se preocupara y se estresara de más por su culpa, nadie merecía preocuparse por ella de ese modo, el echo de que Charriot este sufriendo por su culpa mataba su conciencia, ¿Y si ella no hubiese llegado? A de decir que habría muerto feliz, librándose de el peso inmenso de sus hombros y creyendo que alguien la quería. Sus ojos estaban tan cerrados que no podía ver el daño que habría causado. ¿Qué sería de Charriot sin Akko? Charriot agradecía todos los días el echo de haber abierto esa puerta, por que sino hubiese sido así, Akko se hubiese llevado muchos corazones rotos con su ida.
Aunque no podía culparla de tanta protección, desde ese día a su maestra no le faltaban razones gracias a su expediente. Ese día estaría marcado para el resto de su vida, por que había sido una cobarde, una sinvergüenza, una persona débil que se había dejado llevar por las voces más opacas de su cabeza y había actuado con puro egoísmo, aquel no solo la habría matado a ella.
Aveces se sentía mal, la angustia apoderaba su alma y no podía evitar amanecer con mala cara, las pesadillas... Los recuerdos... Todo en algún punto la consumían.
No quería preocupar a nadie, desde pequeña lo había querido así, o más bien era la costumbre, ya que siempre había un tema principal más importante que ella del cual hablar, podían ser las cuentas sin pagar, las amantes de su padre o el dinero que derrochaba en estas.
En ese momento había tenido a Amanda, ella siempre ofreció su hombro y sus brazos para consolar esa amargura. Una amargura indecorosa que bailaba por sus venas, aquellas que habían sido profanadas por un objeto inerte y frío, como su corazón en ese momento.
Pero ahora tenía al resto y a ella misma, y en algún punto eso es lo más importante, el apoyo que uno mismo se brinda de forma explícita e indirecta, cosa que antes ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Odiaba que las otras personas actúen con condescendencia hacia ella, y más cuando ella no lo quería así, le hacia poner nerviosa y escandalosa, la compasión no estaba en su diccionario de vida. Y eso era algo que le parecía bello, como una Gardenia.
Todavía perdida en sus pensamientos, fue interrumpida por un pequeño ruido rítmico que al principio no pudo reconocer, haciendo que mirase a todo su alrededor y activara sus alarmas al escuchar una rama romperse, dejando en claro que la cosa que estuviera allí estaba cerca. Se agachó en su lugar y volvió a su escondite en el arbusto, con sus manos apartó las hojas que impedían su vista y observó el camino por el que se había alejado Amanda. No había nadie.
De nuevo los pasos volvieron a escucharse, se notaban torpes y con ellos se podía escuchar una respiración agitada, como si estuviese escapando de algo o alguien.
—¡Hola, ¿hay alguien? Por favor ayudenme!.
La voz se notaba distorsionada, las palabras habían salido como suplicas, luego escuchó un estruendo, como si algo pesado se hubiera caído al suelo. Akko asomó su cabeza un poco y pudo ver a un chico, más o menos de su edad, pelo rizado y brazos fuertes, estaba luchando por pararse pero sus piernas no se lo permitían, lucía un traje elegante pero dañado por la tierra y rasgado por las espinas de los arbustos, afortunadamente Akko no se había topado con ninguno, estaba segura de que si lo hubiese echo se habría lastimado aun más de la cuenta.
Al ver que el sujeto de daba por vencido y se dejaba caer el piso cerrando sus ojos, se paró en su lugar y preguntó con voz temerosa, esperaba que no fuese una trampa, ya bastante irritada estaba por que Amanda la hubiese perseguido por todo Luna Nova, aunque en un punto se lo hubiese buscado.
—¿Te encuentras bien?.
Akko se quedó en su lugar esperando una repuesta de aquel muchacho todavía agitado, no parecía cansado pero parecía que el aire no pudiera saciar sus pulmones.
— El i-inhalador. No puedo respirar.
Con su mano señaló a lo lejos un pequeño aparto gris, seguramente se le había caído mientras escapaba, o al menos esa fue la impresión del momento.
Akko fue con rapidez y tomó aquel inhalador, se arrodilló al lado del muchacho y puso el aparato en sus labios, lo apretó y lentamente el desconocido comenzó a respirar con normalidad. Cuando por fin se hubo tranquilizado, tomó el aparato y lo dejó a un lado.
—¿Te encuentras mejor?. — El muchacho abrió los ojos por primera vez y vio directo hacia los de ella de manera penetrante, como si la estuviese analizando. Luego sonrío amigablemente levantando una mano para tomarla con un apretón de manos.
— Sí, muchas gracias por tu ayuda, si no hubiese sido por ti habría muerto de un ataque de asma — se paró en su lugar como si hace un momento no hubiese pasado nada y extendió su mano nuevamente — Soy Camillo, ¿y tú eres?.
Al hablar, un notorio acento italiano podía escucharse de su boca, haciendo que las palabras se escuchasen más seductoras acompañadas de la voz melodiosa que dejó pensando a Akko unos momentos. Alzó su mano y correspondió un poco nerviosa, no sabía sí era de fiar.
— Atsuko Kagari, pero puedes llamarme Akko.
Camillo miró sus ojos fijamente, buscando algo en ellos. De pronto, sin terminar el saludo, puso su otra mano arriba de la de ella y continuó observándola con pesadez. ¿Qué rayos le pasaba a este tipo?.
—Te vez afligida Akko, apuesto a que te has peleado con tu pareja, ¿o me equivoco?
Los ojos de Akko se abrieron con asombro, era la primera vez que veía a ese muchacho, sino recordaría ese acento tan particular.
—¿Cómo lo supiste?—Camillo miró a Akko con sorna y se sentó en el suelo para luego dejar lugar a que Akko siguiera sus pasos.
—Estas tensa, te notas afligida, como si estuvieras triste. Te pusiste nerviosa ante el tacto de mis manos, no te notas apurada a regresar aunque ya este anocheciendo y cargas con un aura triste y solemne, como si hubieses perdido algo — Camillo dejó de mirar los árboles para mirar hacia una Akko muy confundida — Además, tienes una mano en el pecho, lo que significa que te han roto el corazón o que estás por sufrir un ataque cardiaco, eres demasiado joven para que uno de tus padres hubiese muerto y tienes los ojos rojos, estuviste llorando. Tienes las rodillas y los brazos con raspones, lo que indica que huias de algo o de alguien.
Akko sacó la mano de su pecho, si aquel chico no le hubiese dicho sobre ese gesto ni se hubiese dado cuenta.
— ¿Acaso me has estado siguiendo?¿Cómo sabes eso?.
—Veo lo que otros no ven mí querida Akko.
Demasiada ambición para alguien que hace dos minutos casi muere de un ataque de asma.
🍄🍄🍄🍄
Holis.
Chau.
Pdt: jabskajsjsjsj
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No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko
FanficUna nueva maestra es contratada por Luna Nova, "La bruja", que solo sabe aprovecharse de las buenas intenciones y alimentarse de las esperanzas de Akko. Donde a oídos sordos, la mano propia debe tomar fuerza y atreverse a tirar la primera piedra, d...