El filo resplandeció ante el gris del cielo.
Sus ojos encendidos en furia la miraron en llamas desde arriba, los pelos del cuerpo se le pusieron de punta, aquella daga brilló entre la luz del cielo y la lluvia, centelló entre los parpadeos de los relámpagos y se mantuvo elevada a la vez que admiraba aquel cuchillo. Dorada, con un filo recién pulido y un mango completamente oxidado y olvidado en el tiempo, parecía antigua, y sobre todo, muy conocida.
De un momento a otro, Irisis bajó sus manos hacia el suelo, su mirada permaneció perdida y sus ojos vacíos, tan pronto como lo hizo, aquellas criaturas petrolescas parecidas a unas manos desaparecieron de la tierra, siendo subcionadas por esta.
Inmediatamente, su corazón comenzó a latir desbocado y su cuerpo entero cosquilleó en una sensación sobreexsaltada a la situación, no pasó un segundo desde que sus ojos se desviaron de Amanda a Irisis que sus piernas se impulsaron hacia delante en busca de aquel cuerpo enfrentado, el cual no dudó en hacer lo mismo que ella. Apenas se levantó, el segundo paso fue trastabillado y el tercero concluyó en una caída de rodillas y manos hacia tierra, Amanda continuó acercandose desesperada, pero de repente una mano humana interrumpió su avance y sujetó su cabello como se agarra la basura.
— ¡¡¡Déjala, maldita!!!— Aquel gritó salió desbocado de su propia garganta, sintió el desgarro y el dolor que fluía como un río. Pero no le importó.
Enseguida, se levantó del suelo, que ya se había convertido en barro, y trató de alcanzar aquella mano joven y huesuda que tomaba el cabello de Amanda, corrió entre trompicones hasta que pudo llegar a ella, puso una mano en su hombro y lo agarró con fuerza empujandolo hacia atrás, a la vez que Irisis retiraba la mano del cabello de Amanda y lo elevaba hacia los cielos.
El golpe fue tan brutal que sintió como su cuerpo se movió descompasado a lo que pudo procesar su mente, su garganta, que antes ardía por sus gritos, ahora ardía como si se prendiera en llamas en ese mismo instante. Llevó sus manos hasta ahí y sintió algo viscoso que la sujetaba por el cuello, una mano negra, apetrolada.
—Te lo advertí, y no me escuchaste. Te dije que me des ese colgante y no quisiste, ahora deberás enfrentarte a eso, querida.
La mano sujetaba su cuello solo para inmovilizarla, no dolía ni tampoco asfixiaba, pero eso cambió en cuanto Irisis acercó más la daga al cuello de Amanda mientras una de esas criaturas la tomaba del pescuezo. De pronto el agarre comenzó a incrementarse, ya no sentía los dedos de las manos.
—¡No, no lo hagas Akko!
Aquello se escuchó como una imploración, Amanda la miraba directo a los ojos mientras luchaba por poder subir la cabeza.
— ¡Silencio!— Vociferó Irisis.
— ¡No se lo des!
El cuchillo se acercó más hacia su cuello, mientras que un par de lágrimas comenzaban a salir de los ojos de Akko.
— ¡HE DICHO QUE TE CALLES!
Y sus pies dejaron de tocar el suelo.
Suspendida por el aire, llevó sus manos con desesperación hasta aquella abominable criatura, el aire había salido por sus pulmones en un segundo y no fue capaz de hacer que volviera, comenzó a mover los pies en busca de algo a lo que apoyarse, pero fue en vano, los oídos comenzaron a pitarle y poco a poco dejaba de escuchar cualquier sonido del exterior de su mente. Sólo pudo leer los labios de Amanda cuando un grito desesperado se escapó de estos aullando su nombre. Volvió la vista a Irisis, quien la miraba expectante de su resistencia a esa tortura, volvió a mirar a Amanda y como el filo de la daga comenzó a rasgar su piel, haciendo que callese un hilillo de sangre por su cuello. Y se decidió.
— T-Ten.
Y con la poca fuerza de sus brazos, arrancó el amuleto de su cuello como si le quemara, lo mantuvo en su mano y se lo puso justo frente a ella.
—S-Suelt-tala.
Irisis se carcajeó ante el tono suplicante de la voz de Akko. Retiró la mano con la que sostenía la daga y tomó el colgante, bajó un poco la mano que mantenía suspendida en el aire y la criatura que sostenía a Amanda desapareció. Su vista comenzó a nublarse.
—¡¿Qué esperas para soltarla?!¡Suéltala!
Sintió unas manos conocidas hacer contacto con sus piernas, la cual trataba de llevarla más arriba en el aire para que la criatura no la asfixiara tanto.
— ¡Basta Irisis!
Esta vez fue una voz masculina, que pudo reconocer a duras penas sobre su aturdimiento. Poco a poco dejó de sentir dolor cuando comenzó a cerrar los ojos. Sentía que cada vez estaba más lejos del suelo. Quejidos de augurio escaparon de su boca.
— ¡Ya te dió el colgante, ya basta, vas a matarla!— De nuevo la misma voz.
— Eso es lo que se merece.
Por fin, el vacío a sus pies se llenó, sintió como caía por una milésima de segundo antes de que unos brazos fuertes la agarraron y la colocaron en el suelo, en manos de Amanda.
— ¡No respira!
Sonó desgarrador, abrumante y aungustiante en la lejanía de su consciente. El calor de sus manos se repartía por sus mejillas.
— Akko, por favor... Vamos, hazlo por mí, por Úrsula. Respira Akko.
Cada vez su mente se sumergía más en el río, profundo... Lejos.
— Te amo Akko. Como nunca lo he echo en mi desgraciada vida. No me dejes... Por favor.
El agua se sentía cálida, poco a poco el frío de la lluvia iba abandonando sus huesos y aquel calor inundaba su cuerpo, como una morfina, el dolor desapareció, pero algo agrio se instaló en su garganta... Vacío.
— Apártate, déjame a mi.
La opresión en su pecho se sintió desgarradora, cada vez se sumergía más lento. Un extraño frío se apoderó de su cara, como pinchazos de hielo, como si la lluvia atravesara el agua profunda y se hiciera paso entre todo. Como si lágrimas cayeran hasta su rostro.
—Está respirando. ¡Está respirando!
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No Seas Su Sumisa~Amanda xAkko
FanfictionUna nueva maestra es contratada por Luna Nova, "La bruja", que solo sabe aprovecharse de las buenas intenciones y alimentarse de las esperanzas de Akko. Donde a oídos sordos, la mano propia debe tomar fuerza y atreverse a tirar la primera piedra, d...